Barcelona: cultura, culturas y creación

LAIA BONET

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En los últimos años, la educación y la cultura han traspasado sus definiciones y fronteras tradicionales para convertirse en la fuerza motriz de la llamada economía del conocimiento. La educación y la cultura no son solo los pilares de la cohesión y del progreso social. También son los ingredientes claves de la ciudad creativa y colaborativa que imagino y deseo para Barcelona. Los cambios sociales han acelerado tanto que necesitamos hacer una revisión profunda de los grandes retos y necesidades que plantea la política cultural de una ciudad global como Barcelona. Estamos en un escenario de crisis donde las desigualdades sociales se hacen también evidentes como desigualdades culturales que no podemos tolerar.

Una política cultural que cohesione también la ciudad supone reforzar nuestras instituciones culturales y, al mismo tiempo, asegurar que el tejido social y cívico tiene medios para impulsar múltiples acciones creativas de base. La creatividad y la cultura deben fluir en libertad y diversidad sin desigualdad ni elitismo. Creo en la ciudad colaborativa, donde la cultura tendrá un papel estratégico en manos de los ciudadanos para construir nuevas certezas, relatos y significados compartidos.

Para hacer una revisión profunda de la política cultural necesitamos un gran acuerdo de ciudad, ambicioso e integrador, para recuperar las propuestas y la vitalidad innovadora del mundo de la cultura, la creación y el pensamiento. Ámbitos, todos ellos, muy desvanecidos y maltratados, tanto por el gobierno conservador del PP, como por el Ayuntamiento de Trias. Apostar por Barcelona como capital cultural, creativa y del pensamiento es apostar por el futuro de la ciudad, y eso no puede ser patrimonio único ni de un partido político ni siquiera del Ayuntamiento. Debe ser el fruto de un proyecto colectivo que recupere la ilusión y canalice las fuerzas sociales urbanas de Barcelona que, por cierto, son muchas y apenas se las escucha.

Según algunos estudios, Barcelona y Amsterdam son las dos ciudades europeas mejor posicionadas para atraer industrias creativas y profesionales del conocimiento (artistas, científicos, artesanos digitales y creadores en general). Destacamos en el reconocimiento internacional como ciudad artística, literaria e histórica con un entorno de tolerancia, diversidad y convivencia intercultural. Estos dos factores nos convierten en una ciudad ideal para vivir y crear cultura, ciencia y pensamiento.

Entiendo que el gasto público en cultura es una inversión en calidad de vida, cohesión social y en capacidad de innovación para hacer frente a los retos del futuro. El reto no es tanto atraer talento creativo, aunque esto es importante, sino retener el talento que tenemos y generar de nuevo entre los conciudadanos y, sobre todo, los jóvenes. Para ello tenemos que conseguir que la ciudad funcione como una gran red colaborativa y creativa que socialice el conocimiento, el pensamiento, las artes y la ciencia. Apunto algunas propuestas de cómo lo podríamos hacer:

1. Un gran y nuevo acuerdo cultural de ciudad que nos permita hacer una revisión profunda de la política cultural y de los retos que tenemos para no dejar que la crisis y las políticas de austeridad agraven las desigualdades culturales entre los ciudadanos. Hay una visión estratégica, estudiada y compartida con nuevas prioridades, estrategias y objetivos viables como un ejemplo de ciudad colaborativa que decide su futuro.

2. Un reforzamiento de la red de centros cívicos y la singularización de nuevas centralidades. Nuestra red de centros cívicos en los barrios tiene una alta valoración entre los ciudadanos. Ahora hay que llegar a los barrios que no tienen centro cívico, reforzar la amplia oferta artística, formativa y asociativa y singularizarla de manera progresiva. Hay que hacer nuevas intervenciones transversales que lleguen a todos los distritos (educación artística, memoria histórica, pensamiento contemporáneo o ciencia recreativa) y potenciar el intercambio entre barrios y centros cívicos que se han singularizado. Hay que explorar la cogestión pública-cívica de estos equipamientos para que sean motor de innovación, a través de la cultura y la creación, en el territorio. Hay que avanzar hacia una concepción de 'coworking' cultural compartido.

3. El impulso de la ciudad educadora y la ciudad artística. Hay que impulsar la acción educadora conjunta entre los museos, teatros e infraestructuras culturales de la ciudad y las escuelas e institutos. Hay que negociar con el profesorado y los agentes culturales de la ciudad y de los barrios una estrategia coherente para aumentar el consumo teatral, musical y artístico ligado al aprendizaje y la potenciación de la creatividad. Dinamizar una ciudad creativa y cultural también supone multiplicar el mecenazgo que ayude a los jóvenes artistas a la investigación y los nuevos proyectos que harán de Barcelona una ciudad culta, colaborativa y participativa. Habrá que potenciar y ampliar la red de fábricas de creación artística.

4. El recuerdo y la recuperación de la historia y la memoria. Uno de los efectos de la globalización es que comprime el tiempo y el espacio y nos amenaza con la desmemoria y el olvido de nuestro pasado, incluso del más inmediato. Hay que impulsar la ciudad histórica, la memoria oral y visual de los propios ciudadanos  el turismo histórico para la ciudad y para los barrios y optimizar los núcleos y rincones históricos. Mi compromiso es impulsar un nuevo concepto de Museo de la Vida Industrial y Obrera con sedes en Sant Martí-Poble Nou, Sants y Sant Andreu para recuperar la memoria y la búsqueda de la historia obrera y popular de Barcelona, reconocida internacionalmente pero dispersa y en peligro de desvanecerse. Y hacerlo de la mano del potente movimiento sindical de la ciudad. También hay que recoger la memoria oral de nuestros abuelos y abuelas, a través, por ejemplo, de alguna iniciativa similar al Houston Oral History Project. Ellos y ellas son los protagonistas de nuestra historia.

5. Nuevas bibliotecas, más préstamos y más redes de intercambio. Hay que completar la excelente red municipal de bibliotecas y ampliar un extenso catálogo también de libros electrónicos si son de difícil acceso o de gran demanda. Además de potenciar los grupos de lectura y las actividades paralelas como equipamientos de la ciudad educadora, y garantizar la superación de las nuevas brechas digitales. Mi apuesta es que bibliotecas y centros cívicos sean los nodos de unas redes de intercambio de conocimientos más potenciadas y atractivas.

6. Artes urbanas, muralismo y singularización artística del metro. Ciertos espacios de la ciudad como las estaciones de metro deberían revitalizar con decoraciones y proyectos de jóvenes artistas hasta hacerlas nuevos iconos agradables, populares y visitables. Moverse cada día con el metro también debe significar pasear y disfrutar del arte más contemporáneo. Ciudades como Montreal, Bruselas o Estocolmo ya tienen iniciativas similares. Otro buen ejemplo es Helsinki, que incluso ha cambiado la estructura de sus estaciones con obras impresionantes. En la misma línea, hay que apostar por muralismo de artistas nuevos y reconocidos mundialmente para embellecer y hacer atractivos lo que ahora son edificios o espacios grises de nuestra ciudad. Y la identificación de espacios públicos donde los artistas de la ciudad puedan exponer gratuitamente durante un tiempo y darse a conocer. Algunas iniciativas recientes en otras ciudades metropolitanas nos enseñan el camino. Y explorar, también, la creación de una bienal de arte urbano.

7. La fotografía, una nueva concepción museística. Barcelona tiene un gran patrimonio fotográfico e importantes maestros en la disciplina pero no dispone de un espacio estable y educador específico. Barcelona es la tercera ciudad más fotografiada del mundo. Y nuestras calles, monumentos y vida urbana llenan las redes digitales en todo el mundo. Quiero hacer de todo este patrimonio una base de datos visual que nos permita proyectar nuestro liderazgo en el mundo, redefinir servicios y ofertas turísticas en base al rastro digital que dejan nuestros visitantes, y exponer y trabajar cultural y pedagógicamente este patrimonio. Hay que recuperar iniciativas populares como la Primavera Fotográfica, centralizar muchos de los fondos y archivos fotográficos que hoy no se exponen y convertir la ciudad en la capital global de la fotografía digital.

8. La reactivación del Plan Barcelona Interculturalidad como estrategia integrada y multisectorial que nos permitirá fortalecer la convivencia, el aprendizaje mutuo y la interrelación. Hay que fortalecer el entorno de tolerancia y de diversidad que nos enriquece como ciudad social y cosmopolita.

9. Nuevas propuestas de capitalidad cultural. Capital del libro, del arte contemporáneo y del pensamiento. Hay que aprovechar la potente industria editorial, la tradición artística y la presencia de universidades, pensadores y escritores de prestigio con ambición de capitalidad. Barcelona debe ser reconocida en Europa y en el Mediterráneo por un gran Salón Internacional del Libro, una feria de artes de vanguardia y una cátedra de pensamiento que traspase las fronteras entre las ciencias y las humanidades y sea todo un referente.

10. Del dirigismo cultural en la cogestión y cocreación cultural. Estas son algunas de las ideas en las que estamos trabajando fruto de encuentros y reuniones con representantes de sectores muy diversos. Las aportamos para construir y discutir el programa alternativo progresista al actual gobierno de la ciudad. Lo hacemos con humildad, pero ensayando nuevos conceptos y nuevas fórmulas.

¿Te apuntas? ¡Vamos!

# HiHaAlternativa