dos miradas de verano

El baile pendiente

Emma Riverola

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Último día de fiesta mayor. Gran baile de gala. La plaza del pueblo a reventar. La orquesta interpreta una melodía deGershwin.Los que acumulan décadas de juventud siguen las cadencias memorizadas año tras año, los niños corretean entre los cuerpos y las pandillas de adolescentes desfilan arriba y abajo sin saber muy bien cuál es su lugar.

La mirada de él y la de ella se cruzan. Entre ambos, toda la plaza y toda una vida. Se miran y piensan que esa podría ser su canción… Si tuvieran una canción. Y si alguna vez hubieran tenido un baile. La nieta de ella, un torbellino con rizos, la toma de las manos y la arrastra al centro de la plaza. La mujer intenta enseñarle unos pasos, pero con el ímpetu de la pequeña acaba en un traspiés y unas risas. Él la mira en la distancia y se imagina ese tropiezo sobre su pie derecho. Casi puede notar el pisotón. Se imagina tomándola por la cintura, apartándole ese mechón rebelde y robándole un beso. Se le escapa una sonrisa. Lleva el mismo vestido que hace un par de ellos, recuerda él. El azul siempre le ha quedado bien, sigue pensando, y al instante desfilan por sus ojos los ocho preciosos vestidos azules que él le ha visto en los últimos 30 años. La música cesa. Las parejas se dan un respiro. Ella levanta la vista y, de nuevo, se cruzan la mirada. Se sonríen. Cómplices. Un año más han bailado aGershwinsolos en la plaza.