El baile de Iceta

Lo que viene a recordarnos el candidato del PSC con su contorneo es que, pase lo que pase, el día 27, habrá vida el 28 y el 29

JUANCHO DUMALL

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Nadie podía pensar  el pasado viernes, l'Onze de Setembre más decisivo desde 1714, la madre de todas las diades, que Miquel Iceta, el candidato del renqueante PSC, iba a hacerse un hueco en las redes sociales por el sencillo sistema de dar unos pasos de baile en un mitin al ritmo del 'Don't stop me now', de Queen. Semejante muestra de descaro se convirtió de inmediato  en un vídeo viral que dio origen tanto a burlas y críticas de frivolidad como a felicitaciones; tanto a ironías homófobas como a elogios de los partidarios del desparpajo.

No se sabe si en la sede socialista de la calle de Nicaragua se han hecho cálculos del impacto, en términos demoscópicos, de la improvisada coreografía, pero sí ha trascendido que el candidato está feliz por la repercusión del bailoteo. De hecho, en el siguiente  acto electoral volvió a repetir el baile, ante el entusiasmo de sus partidarios y, como en la anterior ocasión, en presencia del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que asistió al show divertido, pero sin cantearse.

El mérito de Iceta no es solo haberse hecho visible como candidato en el día de los indepes, sino, y más importante, haber rebajado el tono grandilocuente, épico, que se le viene dando a este proceso tanto por los que venden que Catalunya está a punto de recuperar la libertad perdida como quienes auguran que van a caer sobre nosotros las siete plagas de Egipto. Frente a unos y otros, Iceta tuvo a bien presentar una imagen desinhibida, sorprendente en un político veterano y más aún en un candidato de una de las siglas más representativas de la llamada 'vieja política.' Lo que viene a recordarnos el baile de Iceta es que, pase lo que pase el día 27, habrá vida el 28 y el 29...

Fiesta y crispación

El baile de Iceta, en el más puro estilo John Belushi (The Blues Brothers), es una forma, seguramente no buscada, de introducir la fiesta en la política y de rebajar la crispación. Y también un modo de acercarse a un público joven que ve a los políticos como a unos marcianos. Al final, será más rentable para los socialistas el contoneo de Iceta que los alambicados mensajes de Felipe González, ese viejo jarrón chino.