Aznar vota Albert Rivera

JOAN Tapia

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El PP está nervioso. El martes, José María Aznar hizo en Zaragoza su primera representación (están programadas cinco). La idea es tragar las impertinencias del expresidente para pescar el voto desmovilizado. Y se equivocan, la gran fuga no viene del sector más militante (que también) sino del moderado. Se vió en las elecciones europeas. Mariano Rajoy temía a la derecha radical, la lista inspirada por Alejo Vidal-Quadras. Vox le quitó 246.000 votos, no obtuvo escaño y quedó esterilizado mientras el centrismo de Albert Rivera le robó el doble de sufragios (497.000) lo que, aparte de darle dos eurodiputados, le permitió despegar.

Durante años la sufrida clase media española con algún posible (Catalunya es otra cosa) ha sido -le gustara o no- prisionera del PP. Si no quería al PSOE tenía que votar al PP. A mucho centro-derecha el PP de Manuel Fraga (AP), o el de Aznar, no le convencía porque tenía dentro un exceso de derechismo. Y tras la alegría del 96 (el fin de 13 años de machacona socialdemocracia), la segunda legislatura Aznar (Irak, boda de El Escorial…) fue un jarro de agua fría. Por eso pudo (no solo por el atentado de Atocha) colarse José Luis Rodríguez Zapatero, pese a la buena marcha de la economía. Y ahora Rajoy no ha sabido (o querido) arrinconar los demonios familiares del PP y convertirlo en un partido amplio de centro-derecha que apelara a valores liberales y europeos.

El resultado es a que bastantes electores de centro les molesta el discurso funcionarial e insípido de Rajoy y se sienten atraídos por Albert Rivera, nacido ya en democracia (no es un mérito pero sí un dato), que ha sabido volar por cuenta propia y que ha comprado solvencia económica asociándose a Luis Garicano, un liberal templado.

Pista de aterrizaje

El futuro de Rivera está por ver y nadie lo sabe pero hoy es la pista de aterrizaje de mucho elector moderado insatisfecho del PP y temeroso del PSOE. Y ante la amenaza, a Rajoy no se le ha ocurrido otra cosa que recurrir a Aznar para enardecer a los más militantes y más radicales alertándoles de todos los males.

Llega un momento en el que los partidos que gobiernan no saben captar la realidad. Los tentados por Rivera quieren más diálogo, más apertura mental y el PP les ofrece la soberbia intransigencia de Aznar. ¡Qué disparate! Aznar alienta la fuga a Rivera.