AL CONTRATAQUE

La mala uva

El 2017 va a ser año de la venganza del hombre con el bigote raso. El representante de la mala uva patria: José María Aznar

Mariano Rajoy y José María Aznar, en una imagen de la convención del PP del 2005.

Mariano Rajoy y José María Aznar, en una imagen de la convención del PP del 2005. / periodico

JAVIER PÉREZ ANDÚJAR

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Como los vecinos de antes, hay años que son de izquierdas y años que son de derechas. Esto pasa porque el tiempo es cualquier cosa menos transversal. Se adivina cómo va a ser el año que entra por la última uva de las campanadas. No por su sabor, ya que las doce más o menos saben igual, sino por la cara que se le queda a uno cuando termina. Si se nos pone cara de mala uva, vamos listos. Y no es un alivio que 2016 haya sido un año muy de derechas, pues 2017 ya va a serlo de ultraderecha. El año de la venganza del hombre con el bigote raso. El representante de la mala uva patria. José María Aznar listo para fundar el Lepe... nismo, o sea, el lepenismo a la española.

LA INSTAURACIÓN DE AZNAR Y BOTELLA

Cada tierra da su tipo de uva y no digamos su mala uva característica. Un facherío es toda una concepción del mundo. Por ejemplo, donde la ultraderecha francesa es dinástica, y por eso el lepenismo pasa de padre a hija, la española es matrimonial, desde la exaltación de los Reyes Católicos hasta la instauración de Aznar y Botella.

Y si a Jean-Marie Le Pen le falta un ojo (el izquierdo, pero esto salta a la vista), a José María Aznar le falta un bigote. El facha español es, históricamente, más de bigotes raros que de ojos raros, y quizá esté aquí la explicación de por qué, siendo Millán-Astray fundador de la Legión, la historia prefiriese darle su protagonismo a otro legionario menos vistoso pero con más vista (el doble) y más bigote (o más comprometido con el bigote, pues no se lo quitó nunca). En este asunto Aznar, al igual que en el tema de los idiomas, ha manifestado tener un carácter dubitativo. Hubo una época en que parecía que iba a ser más de greñas que de bigote. Que iba a optar antes por una estética a lo Vaquilla que a lo Freddie Mercury; pero al final le pudo el glam. Porque existe un Aznar glamuroso: el de los pies encima de la mesa.

SER CAMPECHANO Y BESAR BEBÉS

Para tener mala uva, en España ayuda mucho ser campechano. Hoy dicen que hay populismos de izquierdas y de derechas; pero esto lo argumentan los mismos que hasta hace poco sostenían que ya no existen ni izquierdas ni derechas. Lo que en la izquierda ahora es populismo, en los partidos tradicionales era ser campechano, besar bebés y bailar sevillanas. El populismo es la globalización aplicada a la política.

Aznar vuelve este año 17 (centenario de la Revolución soviética) para poner fin a todo esto; para acabar, desde el búnker de la FAES, con los populismos y entonar su réquiem por un campechano español. Y lo hace en un momento en que aquí la ultraderecha no tiene ni Vox ni voto. Aún más que Salvador Dalí, Aznar es un delirante perfecto: ha creído que era amigo de Bush y de Blair, ha creído que tiene bigote..., y de algún modo lo ha parecido. Ahora cree que está volviendo.