La rueda

Ayuntamientos con paredes de cristal

El esnobismo municipal es la transparencia, pero una cosa es el maquillaje y otra la voluntad política

SAÜL GORDILLO

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Hubo una época en qué los alcaldes y candidatos encargaban a su jefe de prensa que les abriera perfiles en todas las redes sociales para parecer más modernos y cercanos. En muchas ocasiones, esas páginas quedaban abandonadas en la red la misma noche electoral hasta los próximos comicios. En el mejor de los casos no se abandonarían, las mantendría actualizadas el jefe de prensa dando la sensación de que el político era activo en las redes sociales. La propaganda maquillaba la perversión de lo que hemos denominado la política 2.0, un intento de cambiar la manera de encargarse de lo público gracias a internet.

Hoy la nueva moda es la transparencia. El esnobismo municipal pasa por los ránkings de Transparencia Internacional, de tal manera que se han producido casos delirantes como el del Ayuntamiento de Sabadell, que estaba en la cima de la transparencia mientras su alcalde era carne de escándalo y, últimamente, de juzgado. Ahora que se acercan las elecciones municipales, prepárense para que algunos alcaldes saquen pecho gracias a estos ránkings que han logrado escalar a base de cumplir requisitos técnicos e instrucciones de empresas generosamente pagadas.

Una cosa es el maquillaje y otra la voluntad política. Perversión o sinceridad. Estaría bien que tras las municipales del 24 de mayo se superara el esnobismo de la transparencia y las webs municipales chulas y se diera un salto real hacia la apertura de la institución, la mayor participación ciudadana y la deliberación colectiva en la era de la sociedad en red. Ojalá las urnas sirvieran para poner las bases de ayuntamientos con paredes de cristal y muchas puertas de entrada y salida. Que se vea todo y que corra el aire. Así se aleja la corrupción y se atrae al ciudadano.