Dos miradas

AVEChapuza

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Ni el humorista más intrépido, ni el más osado de los guionistas, ni el más excéntrico de los satíricos, habría osado imaginar un episodio como el que mañana tendrá lugar en Girona. Resulta que llegarán delegaciones de alcaldes, catalanes y franceses, que participarán en la séptima cumbre de Ciudades por la Alta Velocidad, un encuentro que sirve para analizar, discutir y contemplar los impactos que los trenes ultra rápidos ocasionan en el territorio por donde circulan. Una de las gracias del encuentro es, justamente, que los alcaldes asistan a él después de haber hecho el viaje en tren, un detalle lógico y casi exigible. Pues bien, a Girona tendrán que ir en autocar -si se empeñan en hacer uso del trayecto alternativo de la red 'ferroviaria'- porque resulta que la estación del AVE de la ciudad es muy probable que aún esté anegada y, por tanto, inservible.

Hace días que no entra ni sale ningún tren de la estación, desde las lluvias que ocasionaron la rotura de un muro, que cedió y ofreció el espectáculo inaudito de ver como el hueco de la vía devenía arroyo caudaloso. El caos ha sido enorme y, a las quejas que ya acumulaba Adif (retraso en las obras, desguace del tejido urbano, 'fingers' provisionales eternos), ahora se suma la imprevisión de la ingeniería. Una chapuza. Los alcaldes podrían ir allí de excursión, una visita guiada para comprobar que la alta velocidad también es, en ocasiones, prima hermana de la baja competencia profesional.