Autoridad digital
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Pablo Iglesias no le ganó la batalla a Iñigo Errejón ni gracias al aparato de Podemos ni gracias a los medios de comunicación. Iglesias ganó atendiendo a lo que los militantes querían, lo cual no significa que sea lo mejor para el futuro de Podemos. Las multitudes inteligentes organizadas digitalmente atienden poco a razones y respetan aún menos los galones. De hecho, en los últimos ciclos electorales, mandar ha estado claramente penalizado en el caso de David Cameron, Hillary Clinton o Mateo Renzi. Solo Rajoy sobrevive a esta tendencia porque manda sin vivir en él. El entorno digital cuestiona el liderazgo pero todavía con más fuerza la autoridad. No pueden mandar por ser quien son ni por tener el cargo que tienen. La adhesión se gana minuto a minuto, tuit a tuit, voto a voto en un sufragio universal y casi permanente. La desentermediación ha llegado también a la autoridad que no se puede ejercer de otra forma que desde el diálogo constante, no hay súbditos sino seguidores que dan y quitan el consiguiente 'me gusta'. El camino hasta la cúpula es mucho más rocoso pero llegados a la cima el poder es tan absoluto como limitado en el tiempo. Rajoy manda poco a cambio de quedarse mucho tiempo, Iglesias manda mucho a cambio de tener fecha de caducidad.
Uno de los momentos más disruptvos del malinterpretado discurso de Jordi Évole es el dedicado precisamente a la presencia de las autoridades en el palco del concierto 'Casa Nostra, Casa Vostra'. El periodista se hizo eco de la concepción digital de la autoridad y se la negó a las instituciones que ocupaban la tribuna porque "no se la habían ganado". Lo curioso es que solo los del Govern y sus seguidores digitales se dieron por aludidos. Las autoridades municipales gozaron del llamado 'efecto teflón', la ola les pasó por encima sin mojarlos. Pero el discurso era un torpedo en la línea de flotación de la autoridad ejercida desde la representatividad o desde el caudillismo. El presidente del Gobierno o el alcalde de turno no se ganan la autoridad por lo que son sino por lo que hacen. Évole puso voz a las multitudes digitales, no se entretengan disparando al pianista. Perdón, al periodista.
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