Geometría variable

Autoridad y desgobierno

Esperanza Aguirre quiere ser alcaldesa y Madrid planta cara a Montoro. ¿Pero quién manda aquí?

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aveces gobernar con convicción y autoridad conduce al desgobierno. En Barcelona, por ejemplo, es un puro dislate que un Govern que no ha sido capaz en cuatro años de pactar ni una ley electoral propia (Catalunya tiene la competencia desde 1980 y es la única autonomía que no la tiene) proclame como verdad incontrovertible el imperativo de la ruptura constitucional y la independencia en 18 meses. Disparate puro que solo se sostiene por la 'profesionalidad' del 'president', sin duda superior a la de sus contrincantes. Y por el desgobierno de Madrid que pasa de querellarse contra Artur Mas (el martes las colas de la ANC ante el TSJC volvieron a reanimar el alicaído proceso) a ofrecerle vía Hacienda según parece (Montoro es algo confuso, aunque el escamado Mas-Colell no puso mala cara) 1.200 millones extra para el presupuesto del 2015 (la mitad, por otras vías, de lo que reclama la Generalitat).

¿No hubiera sido mejor tragarse la histeria que invadió a la Moncloa cuando vieron que el 9-N Mas les había ganado la partida enredándoles con astucia, y haber llamado al 'president' a la Moncloa para poner los 1.200 millones (y algo de buena voluntad) sobre la mesa? ¿Y que en todo caso fuera Mas el que diera el portazo? No -dicen-, un Gobierno digno y con autoridad no se lo puede permitir. ¿Es más digno ver colas de catalanes autoinculpándose ante los tribunales en Nochebuena?

El desgobierno de Madrid tiene también aspectos menos graves, mas lúdicos. El PP no hace primarias -eso queda para los rojos del PSOE- y el líder nacional designa con el dedo a los candidatos. Así eligió tras un gran suspense Aznar a Rajoy (por cierto, igual que Pujol a Mas). Pero Rajoy todavía no ha decidido nada de las autonómicas y municipales del próximo mayo (las cosas de palacio van despacio).

Y el martes Esperanza Aguirre, la líder madrileña que se sitúa a la derecha del PP pero que habla un castellano espontáneo (a veces, en exceso) y tiene tirón (a veces, populista), dijo en voz alta que quería ser candidata. Pecado mortal. Solo debía intrigar por los pasillos y poner una vela a don Mariano. La respuesta de Carlos Floriano, el oficinista de Génova, fue asegurar que quien se crea que puede presionar a Rajoy se equivoca. Mucho. Y el diario de más circulación de derecha madrileña dice en portada: «Aguirre se postula y coloca a Rajoy entre la espada y la pared». Quizás sí que el PSOE se pasa con tantas primarias (ahora se barrunta otra entre Pedro Sánchez y Susana Díaz), pero que el anuncio del deseo de ser alcaldesa de Madrid (para sustituir a la señora de Aznar) sea poner en un brete al presidente del Gobierno...

Pero lo cómico puede acabar en disparate. El ministro Montoro, al que las cuentas le salen porque algo hay de reactivación, ha ofrecido anular los intereses del FLA (fondo de liquidez autonómico) a las comunidades que han tenido que recurrir a este instrumento, básicamente las mal financiadas y Catalunya en primer lugar. Y ante esa propuesta del ministro de Hacienda, el consejero del ramo de la Comunidad de Madrid, Ignacio Osorio, ha salido en tromba a acusar a Montoro de privilegiar a Catalunya (ojo, Junqueras, que no te has enterado) y a proclamar que la diferencia de trato es «brutal» y que se opone «de manera radical».

¿Dónde queda la autoridad de Rajoy? Una lectura optimista sería que las estructuras del ordeno y mando llevan al desgobierno y que la auténtica autoridad (la eficiente) es saber escuchar, reflexionar, dialogar y, a ser posible, consensuar. No se lo crean del todo, pero como mínimo es un bonito cuento de Navidad.