Al contrataque

Autoridad

MANEL FUENTES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La red nos conecta hasta el punto de transformarnos en pequeñas neuronas de un gran cerebro social. No todas afinan ni están formadas de la misma manera, pero la unión de todas ellas es lo que da sentido a uno de los actores más importantes de nuestro tiempo. Chequea todo lo que se menea de manera instantánea. Su digestión de la realidad es constante. Y no solo tritura. También crea y transforma. Piensa y difama. Organiza y combate. Este nuevo cuerpo ya lo ha cambiado todo.

En La sociedad de coste marginal cero, el nuevo libro de Jeremy Rifkin, hay multitud de ejemplos. Rifkin cuenta y hace proyecciones de cómo, en parte gracias a esta comunicación, la economía procomún se abre paso en detrimento de un capitalismo cada vez más tocado de muerte. La austeridad y la búsqueda de la eficiencia han dado alas a un nuevo orden tecnológico que ha roto con una máxima de la teoría económica imperante. Hoy, a mayor productividad ya no hay necesariamente mayor ocupación. El mundo necesita hoy menos gente para hacerlo funcionar, con lo que tenemos un problema que todavía nos resistimos a abordar de manera seria. ¿Qué pasa con tantas y tantas personas que no solo no tienen un empleo o un sueldo digno sino que además no tienen opción ni esperanza en el futuro? Hasta hoy confiaban en el Estado o en la reactivación del modelo económico tradicional. Pero todo esto, tal y como está concebido, lleva camino de lo obsoleto. Con tanta gente que no puede contribuir al sistema (pensionistas, parados o jóvenes sin opción), lo que se impone es el low cost, que aparte de conseguir una gran eficiencia en la producción deja márgenes de beneficio cada vez más reducidos ya que cada vez hay menos personas que pueden consumir alegremente. Las instituciones están ancladas en el viejo paradigma y abanderan más la resistencia que el cambio.

La calle se organiza

Y, claro, así las cosas, ante la incapacidad para ofrecer soluciones y con un tufo de podredumbre alrededor, la calle se ha tenido que organizar sola. Si los bancos no responden, el crowdfunding crowdfundinges la opción. Si la ley de la dependencia no cumple, las familias y los vecinos apechugan. Si hay abuso en lo básico, los hackers y el trabajo en red no dejan de ofrecer soluciones en muchos ámbitos. La sociedad avanza, pero las instituciones y los partidos tradicionales, no. Callan. No lideran un cambio de modelo para redimensionar el trabajo y dar una salida digna a todos aquellos que no lo van a tener nunca. Y en la calle parece que quien no se ha presentado aún a unas elecciones tenga más autoridad que un presidente autonómico o del Gobierno. La autoridad debe tener capacidad de resolución, y hoy nuestros gobernantes no pasan de intermediarios de un modelo que ya no es.