El pequeño observatorio

En el automóvil conviene estar inmóvil

Al conductor le llega ahora tanta información cuando está al volante que puede distraerse

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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Siempre he sido un lector de periódicos. Quizá porque el periodismo, si no me equivoco, tiene relación con la palabra 'episodio' y la vida no es para mí, ni para nadie, un bloque compacto, algo que se haya construido sólidamente. El periodismo ejerce la función de hacernos ver la diversidad. Si voy pasando páginas de este diario que tengo en las manos me encuentro con las secciones Tema del Día, Política, Economía, Cultura, Deportes, Cosas de la Vida... ¡Qué expresión tan significativa: 'cosas de la vida'! Quiere decir que la vida no es un hecho único y programable, sino una multiplicación de posibilidades y sorpresas.

La lectura de un diario de hace pocos días hizo detener mi atención. En un espacio relativamente pequeño había dos noticias que, para mí, tenían una evidente relación.

–Una mujer que conducía bebida chocó contra un turismo y provocó dos heridos.

– Mueren dos chicos de 18 y 19 años al chocar frontalmente su vehículo contra un camión.

Naturalmente, no me toca a mí opinar sobre los hechos. Solo puedo hacer una pequeña reflexión sobre la enorme diversidad con que se manifiesta la muerte, como se manifiesta la vida. Dos accidentes diferentes, como dos políticos, dos economistas, dos lectores diferentes del mismo diario.

Yo empecé a conducir –ahora hará unos 60 años, o más– haciendo una serie de viajes alrededor de un primitivo DKW que no disponía de pedal para frenar el motor. Las bajadas por el Pirineo, sin retención automática, aún hoy me asustan cuando lo pienso.

En la actualidad me maravillan todos los recursos que se ofrecen al conductor. Pero quizá tanta información, incluso luminosa, estimula la distracción de quien maneja el volante. Reconozco que yo he sido un conductor poco simpático. He hecho miles de kilómetros sin volver la cabeza para contestar lo que me estaba diciendo el compañero de viaje.