Ausencias

Seguimos condenados al olvido de los políticos y queremos saber porque este es el único pleito político en el que no se puede negociar

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Albert Sáez

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Dicen que la ausencia es el olvido. El independentismo lucha estos días para no olvidar a los presos. La cárcel es siempre una muerte anticipada porque la vida es fundamentalmente lo que hacemos. Jordi SánchezJordi CuixartOriol JunquerasJoaquim FornMeritxell BorràsJordi TurullCarles MundóDolors BassaRaül Romeva y Josep Rull han desaparecido de su casa. Están ausentes, lo cual probablemente debe resultar incomprensible para sus parejas, sus hijos, sus padres, sus hermanos o sus amigos. Siempre creemos en la inocencia de los más próximos. Y ese sentimiento es más intenso cuando la percepción de los suyos es que están encarcelados por ser consecuentes con sus ideas, no por haber robado ni por haber matado. Ello, obviamente, no es un atenuante para la justicia, subcontratada por los políticos para atajar lo que ellos no supieron tratar, pero es la realidad de sus seres queridos. Más aún cuando observan, dentro y fuera de las redes, las alegrías de muchos al verlos encarcelados, destellos de odio recubiertos en la comprensible defensa de la ley y el orden que en ningún caso funcionan cuando se fundamentan solo en la venganza. 

Dicen que la ausencia es el olvido. La vida de los partidos sigue a pesar de estar descabezados, unos más que otros. El encarcelamiento y la marcha a Bruselas son a la vez motivo de desazón e impulso a la acción. Y ahora el camino se llama elecciones del 21-D. Camino de reafirmación y de homenaje a los encarcelados. Si la petición de entrada en prisión preventiva formó parte en algún momento de una estrategia política, el resultado es un bumerán en toda regla. Los moderados, los antiunilateralistas no tienen espacio para reajustar el discurso. Santi Vila no tienen casi ni tiempo para armar una alternativa. Los de Esquerra que pidieron a Puigdemont que convocase las elecciones están también en la cárcel. Y quienes les apoyaron, ahora solo piensan en honrar su memoria durante la ausencia. La cosa puede ir a más el jueves si se producen nuevas encarcelaciones. Y el espejo belga lo hace todo aún más estrambótico aunque con la ley en la mano todo parezca claro y meridiano.  

Dicen que la ausencia es el olvido. Paradójicamente, quienes tampoco olvidan a los presos son sus adversarios políticos. Especialmente los que necesitan ponerlos en primer plano para estigmatizarlos y esconder tras sus desobediencias su propio inmovilismo. Y los más curioso es que también se han vuelto unilateralistas. Nada que revisar ni nada que repensar. La única solución al asunto catalán es que los otros reconozcan sus errores y sus mentiras y renuncien a lo que quieren e incluso a lo que, ni que sea equivocadamente, consideran mejor. Negociar es de cobardes, y así nos van las cosas cuando se encuentran frente a quienes piensan que renunciar es de cobardes.

De manera que aquí seguimos sumidos en el olvido de los políticos, los grandes ausentes a los que nos cuesta entender que este sea el único pleito político del mundo en el que no se puede negociar. La gran ausencia.