NÓMADAS Y VIAJANTES

De Auschwitz a Guadalajara

Supervivientes del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau celebran en Polonia el 71 aniversario de la liberación.

Supervivientes del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau celebran en Polonia el 71 aniversario de la liberación. / periodico

RAMÓN LOBO

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Nadie en su sano juicio diría: conmemorar la liberación de Auschwitz-Birnekau es empeñarse en remover el pasado, abrir heridas, buscar subvenciones, ser sectario. Con el Holocausto no se hace pequeña política. Aceptamos un relato colectivo terrible e inapelable. No se discute. Negarlo, minimizarlo o ridiculizarlo es delito en casi toda Europa. Están los hechos históricos, científicamente probados y tenemos los juicios de NúrembergNúremberg, las víctimas, sus voces. Y está Primo Levi y otros escritores gigantescos como Imre Kertész.

Esta semana se cumplió el 71 aniversario de aquella efeméride. Cada año, el 27 de enero nos sirve de excusa para enfrentarnos al espejo de lo que somos o podríamos llegar a ser en un mundo de impunidad y barbarie. La banalidad del mal denunciada por Hannah Arendt nos deja expuestos porque el demonio humano no nace y crece solo en los monstruos, también en los obedientes, los silenciosos, los cobardes. Recordar cada año lo que podríamos llegar a ser es un acto de defensa preventiva y de justicia para millones de asesinados.

El sueño de una Europa unida -desde la CEE hasta llegar a la UE- nació en la limpieza de una memoria histórica compartida entre vencedores y vencidos. Asumir lo ocurrido, nombrar los hechos desde la palabra precisa, sin eufemismos, es parte del proceso de construcción de un futuro basado en los valores y los principios. No es posible una democracia sin ética.

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La justicia total resulta imposible donde los crímenes son masivos; ningún sistema judicial es capaz de resolver cada crimen, cada violación, donde los delitos se cuentan por millones. En el caso de la Shoah Shoahse condenó a los principales jefes nazis y no se ha dejado de escuchar a las víctimas. Su relato no solo es parte de un intento de alcanzar cierta justicia, también es parte de nuestro proceso de reconstrucción como seres humanos.

Emerger sano de la barbarie no es sencillo, tampoco lo es salir de una dictadura: las secuelas quedan incrustadas en la sociedad durante generaciones. La Sudáfrica de Nelson Mandela y Desmond Tutu creó la comisión de la verdad; fue un proceso catártico en el que participó todo el país. El Gobierno ofreció amnistía a los policías implicados en crímenes. La única condición fue que contasen la verdad. Muchos lo hicieron, fue emotivo.

Francia comenzó a mirar hacia su pasado, poco edificante en la persecución y asesinato de decenas de miles de judíos franceses, en 1995. Jacques Chirac (gaullista; conservador) fue el primer presidente en condenar al régimen de Vichy, colaborador de los nazis, y pedir perdón por las deportaciones. Francia tiene a Patrick Modiano como martillo pilón para que nadie diga, “no lo sabía”. En Francia, la verdad se enseña en las escuelas, también en Alemania. Educar sobre la verdad es parte esencial del proceso de justicia y regeneración moral. 

problemas de memoria

España ha tenido problemas en reconocer sus muertos en Mauthausen y otros campos de exterminio. También tiene problemas con su memoria en la guerra civil y en la dictadura. Aquí es posible que un portavoz parlamentario del partido conservador, Rafael Hernando, se mofe de las víctimas. En España se deja de estudiar Historia al llegar a Alfonso XIII.

En el cementerio de Guadalajara se trabaja desde hace días en una fosa común para sacar los restos de 22 personas. Uno de ellos es Timoteo Mendieta Alcalá, fusilado en 1939. Su hija Asunción, de 90 años, espera sentada en una silla de lona. Está emocionada. La fosa se pudo abrir gracias a la intervención de la justicia (argentina). Otras 12 familias se han acercado, saliendo del silencio, para recuperar a los suyos. En este cementerio están enterradas cerca de mil personas sin derecho a nombre y apellido; la mitad eran cargos municipales electos en la II República. El ayuntamiento del PP se niega a permitir un murete con los nombres de los fusilados. En la entrada principal del camposanto hay una lápida que reza: “Caídos por Dios y por España” y un lema: “Os tiene Dios y os guarda España”. Memoria selectiva.

España tiene más desaparecidos que Argentina, Guatemala, Chile, Brasil y Uruguay juntos. En Alemania, Rafael Hernando hubiera tenido problemas con la justicia. Sin memoria no puede edificarse una ética colectiva, sin ella es posible la corrupción sistémica.

Si Auschwitz-Birkenau conmociona y emociona, si descender a las tripas del horror es parte de una enseñanza permanente, les recomiendo la película húngara El hijo de Saúl, más que probable Oscar a la mejor película extranjera. La cámara escoge un punto de vista individual para narrar una tragedia general. El descenso a los infiernos del ser humano deja sin aire. Es parte de la reivindicación de la memoria de cada muerto, sea en Polonia, Austria o España.