Geometría variable

Atrapados en la ratonera

La realidad es que ya estamos pagandolos altos costes económicos de la independencia antes de proclamarla

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC.

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC. / JOAN CORTADELLAS

JOAN TAPIA

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Raymond Aron dijo que la paz entre EEUU y la URSS era el equilibrio del terror. Ninguno de los dos podía recurrir al arma atómica porque sería el fin de ambos. En el conflicto actual entre España y la Generalitat algunas cosas lo recuerdan. 

El martes 10, Puigdemont hizo un extraño juego de manos para no proclamar la independencia. Tenía miedo al 155, el arma atómica de Madrid. Y al día siguiente Rajoy y Pedro Sánchez solo apretaron a medias el botón nuclear. Dieron dos plazos a Puigdemont para que confirmara públicamente que no había habido declaración. No tanto por el equilibrio del terror (miedo a la DUI) como por temor a que el 155 agravara la ruptura del equilibrio constitucional del 78 y sus consecuencias políticas y económicas.  

La Airef (Autoridad de Responsabilidad Fiscal), organismo independiente y competente, calcula que el alargamiento del conflicto puede hacer que el crecimiento del PIB español en el 2018 caiga casi a la mitad: del previsto 2,7% al 1,5%.  ¿Y el PIB catalán?

El deseo de acotar y limitar el choque de trenes es tan fuerte que el miércoles Moncloa y PSOE propusieron otra salida que fue juzgada blanda en determinados círculos de Madrid: no habría 155 si Puigdemont convocaba elecciones. 'ABC' tituló: «amnistía a cambio de elecciones». Y este jueves Puigdemont, en su respuesta final, intentó otro juego de manos Empezó diciendo que «el pueblo de Catalunya, el 1 de octubre, decidió la independencia en un referéndum con el aval de un elevado porcentaje de electores, superior al que ha permitido al Reino Unido iniciar el proceso del brexit», frase que demuestra que está en las nubes.

Añadió que el 10 de octubre propuso «dejar en suspensión los efectos de aquel mandato popular» y acabó con algo que es a la vez un desafío y una cesión: «Si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlamento de Catalunya podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de independencia que no votó el 1 de octubre».

Disparar la DUI

El mensaje es: no hubo declaración de independencia, pero la puede haber en cualquier momento porque Catalunya ya la ha votado, igual que Gran Bretaña el brexit. Y, como dijo el PDECat la noche anterior: si hay 155, dispararé la DUI. ¿Cree Puigdemont que la DUI es su arma atómica? ¿Quiere evitar el 155? ¿Busca su aplicación para justificar la DUI? ¿Quiere salir de la trampa en la que se metió con las leyes de desconexión y no sabe cómo? Misterio.

La realidad es que ya estamos pagando los altos costes económicos de la independencia antes de proclamarla. Y que Europa dice cada día que Catalunya debe respetar la Constitución y que rechaza la subdivisión de estados. Todo previsible, aunque Artur Mas, Jonqueras y Puigdemont juraban que no se iría ni un solo banco, que era solo la campaña del miedo del unionismo. Y hoy, atrapados en la ratonera, apuestan a mantener cerrado el Parlamento catalán –salvo cuando lo tienen todo atado con la CUP–, y a continuar la huida… hacia ninguna parte.