Análisis

Atrapado en el tiempo

DAVID TORRAS

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El Barça da la sensación de estar atrapado en el tiempo. No puede ser el equipo que era y aún no está claro qué equipo quiere ser, por más que el entrenador tenga una idea en la cabeza. Y así anda, a medio camino, igual que hizo en el Bernabéu cuando perdió el plan de ruta y acabó desorientado. El Barça está obligado a evolucionar, pero al mismo tiempo es sintomático que siete de los titulares del clásico jugaran la final de Wembley (2011) aunque ninguno, ni siquiera Messi, pareciera el mismo. Y no solo por el paso de los años.

Desde el primer día quedó claro que la apuesta de Luis Enrique era más Rakitic que Xavi, y que el fichaje del croata y el regreso de Rafinha fueron uno de los argumentos, junto a cuestiones más tácticas, para rechazar a KroosLuis Enrique no es de los que duda, ni de los que se arruga ante los desafíos. Nunca lo ha hecho, y su carácter fue uno de los puntos que más se valoró dentro del club al elegirle, precisamente en contraposición al abandono de Martino en el día a día de la Ciutat Esportiva y su dimisión frente al peso de los nombres. Luis Enrique vino para romper la inercia de las jerarquías, recuperar la cultura del esfuerzo, algo que ya ha ocurrido, pero todo ello unido a la evolución de una idea. No se quedará de brazos cruzados y, aun a riesgo de equivocarse, tomará decisiones que incidirán más directamente en el equipo y el estilo.

No significa alejarse de la esencia del modelo, pero hay una cuestión determinante en este Barça. Ahora, las señas de identidad las marcan tres nombres: MessiNeymar y Suárez. Su valor es incuestionable y, con ellos, todo es más fácil. Los tres, por sí solos, se hartarán de ganar partidos. Pero al mismo tiempo parece evidente que su alineación penaliza el juego más coral y el aspecto defensivo, en especial, ante grandes rivales. Y ahí es donde se intuye la necesidad de una variación de sistema. El mejor Barça se creó a partir del centro del campo, fiel a la obsesiva convicción de Guardiola de lograr ahí la superioridad («si pudiera pondría solo centrocampistas»), herencia de la máxima cruyffista de atacar y defender a partir del balón y del juego de posición, la esencia de todo y que se ha ido diluyendo. Con Messi, Suárez y Messi, y la luz que se va apagando de Xavi, parece difícil seguir por el mismo camino. Alguna cosa ha de cambiar. Y hay tiempo.