El atractivo global de Barcelona

Barcelona y su área metropolitana están convirtiéndose en un polo de atracción de centros de servicios de empresas globales. Lo están consiguiendo por dos motivos, uno menos esperanzador que el otro. Las compañías multinacionales eligen Barcelona porque es una ciudad atractiva para vivir para gente que viene de otros países, con lo cual los directivos que han de ser desplazados tienen un incentivo para venir. El segundo motivo de la elección son los bajos salarios de los trabajadores locales que se han de incorporar a estos centros. Es una de las consecuencias de la devaluación interna que nos ha sacado a trancas y barrancas de esta crisis. No es un motivo ciertamente de satisfacción. 

Con todo, que Barcelona sea una ciudad con capacidad de liderazgo global en determinados servicios es de cualquier forma una oportunidad. Empezar con un atractivo basado en la calidad de vida de los directivos y los bajos salarios de los trabajadores puede servir para acabar configurando un clúster que sirva para traer también actividades de más valor añadido y que no solo sirva para contratar personas a bajos salarios.

Las administraciones que hasta ahora están apoyando la creación de estos centros de servicios deberían diseñar un plan para conseguir este objetivo más a largo plazo en la línea de garantizar también empleo de calidad para esas generaciones que tenemos con formación de alto nivel y que engrosan las filas del paro o de la precariedad.