MIRADOR

Atentos a la izquierda

A medida que pasan las semanas, unos y otros, también el PP y el PSC, tienen claro que el 'colauismo' no avalará la convocatoria del referéndum

Xavier Domènech y Ada Colau

Xavier Domènech y Ada Colau / periodico

NEUS TOMÀS / BARCELONA

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El primero en lanzarse fue el diputado republicano Joan Tardà, referente del sector más izquierdoso de ERC y a quien dentro del partido todo el mundo le reconoce una autoridad moral ganada a base de horas de batalla y kilómetros a la espalda (en su caso podría bromearse con que es literal tras la operación de hernia discal a la que se tuvo que someter hace poco). Tardà escribió hace unos días una carta dirigida a Xavier Domènech con el propósito de garantizar que los puentes entre los partidos de izquierda no vuelen antes de las elecciones, se celebren este año o a primeros del que viene. Domènech le respondió, también vía epistolar, con el mismo tono conciliador, pero sin dejar de reprocharle la alianza que ERC mantiene con la antigua Convergència (y sin detallarlos, los sapos que los republicanos se han tragado para evitar que el pacto de Junts pel Sí se fuese al garete y finiquitase el Govern de Puigdemont-Junqueras). 

La campaña de las generales dejó algo más que rasguños y pasados los meses la relación entre Domènech y Gabriel Rufián sigue siendo muy mejorable. Los tuits en forma de dardos del diputado de ERC enervan a los 'comuns'. Estos a su vez están molestos con la calculada ambigüedad que mantienen Ada Colau y los suyos en el debate identitario. 

A medida que pasan las semanas, unos y otros, también el PP y el PSC, tienen claro que el 'colauismo' no avalará la convocatoria del referéndum. Su argumento será que no cuenta con garantías para que tenga validez legal y un reconocimiento internacional. O sea que los 'comuns' acompañarán a Junts pel Sí en todas las fotos del Pacte pel Referèndum,pero se descolgarán en cuanto se formalice su convocatoria. La estrategia de los republicanos será presionarles para que no lo hagan e insistirán en que se trata de apelar a la participación, sea para votar sí o para votar en contra. De esta manera, y situados en la hipótesis de que el referéndum se acabase realizando, el independentismo se garantizaría que va más gente a votar y a mayor participación, más legitimidad. 

En todo caso, pase lo que pase con el referéndum, lo seguro es que como muy tarde a principios del 2018 habrá elecciones. Será entonces, con ERC y PDECat en listas separadas, cuando la exConvergència recurrirá de nuevo al espantajo del tripartito para evitar que más votos vayan a la saca de los republicanos. Si, además, el candidato del PDECat acaba siendo Santi Vila, por el que suspiran en algunos cenáculos económicos y mediáticos, la apelación al lobo de un futuro gobierno de izquierdas será incluso creíble.