La clave

Atención, el Senado es noticia

Una Cámara alta reformada debería ser el eje de una España federal donde nadie tuviera que hacer gestos para que se represente la pluralidad del país

JUANCHO DUMALL

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La decisión del PSOE de ceder dos senadores a Democràcia i Llibertad (DLl) y otros dos a ERC para que ambas fuerzas puedan formar sendos grupos parlamentarios en la Cámara alta ha desatado las iras del PP, ha abierto una interesante polémica en los medios y ha señalado la profunda diferencia entre la derecha y la izquierda española en la forma de abordar las relaciones con los partidos independentistas.

Que el Senado sea noticia ya es raro de por sí. Que lo sea porque un «acto habitual de cortesía parlamentaria», según los socialistas, sea presentado por el tremendismo patrio como una operación para «dar voz a quienes quieren romper España» indica hasta qué punto el conflicto catalán está impregnando todos los movimientos en la actual encrucijada de la política española.

El caso de la cesión de senadores desmiente la tesis de que los dos grandes partidos estatales son igual de insensibles ante los anhelos de Catalunya. Porque aquí se ha visto que mientras el PP, coreado por los opinadores habituales, es partidario de establecer un cordón sanitario hacia Esquerra y Convergència al grito de ¡al enemigo, ni agua!, el PSOE, y no solo por cortesía, ha mantenido una actitud más flexible y razonable. Al fin y al cabo, el gesto de facilitar que ERC y DLl tengan voz en el Senado es una mano tendida hacia el soberanismo catalán en un momento decisivo.

FRACASO DE LA CONSTITUCIÓN

Por lo demás, el episodio demuestra hasta qué punto ha sido un fracaso el diseño constitucional del Senado como Cámara territorial. Que dos grupos tan arraigados en el electorado catalán y tan importantes en el desarrollo del Estado autonómico desde la muerte de Franco tengan dificultades para tener grupo propio en la Cámara que debería representar los intereses de las diferentes autonomías, indica hasta qué punto el Senado necesita una urgente revisión, que desde luego no se agota con la propuesta oportunista del PSC de trasladar la sede a Barcelona. Un Senado reformado debería ser el eje central de una España federal en la que nadie tuviera que hacer gestos de cortesía para que se represente la verdadera pluralidad del país.

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