Asalto a la banca

Ya mismo cuelgo las fotos de la cena. ¿Has leído el artículo que he compartido? Lo vi en el muro de un amigo. ¡Vaya! No sabía que habías cambiado de empleo. Te pago a través de Facebook, ¿ok?... Muy pronto, esta última frase será una realidad. Podremos enviar o recibir dinero a través de la red social. Lo que ya ocurre en EEUU y lo que significa el primer paso de la empresa tecnológica para convertirse, entre otras muchas cosas, en un banco global. El reto ya hace algunos años que está anunciado. La posibilidad de que gigantes como Google y Facebook se entrometan en el coto, hasta ahora exclusivo, de la banca ha espoleado a las entidades tradicionales a evolucionar tecnológicamente. La amenaza es evidente.

Lo sabemos, no habrá manifestaciones en solidaridad con la banca. Las hipotecas abusivas. El fraude de las preferentes. El rescate con dinero público… Son muchos los escándalos que han socavado su reputación. No solo en España. Recordemos que con Lehman Brothers empezó todo. La comodidad, la posibilidad de librarnos de comisiones ofensivas o el hartazgo es posible que nos animen a saludar con entusiasmo este duelo de titanes. Lo que no esta tan claro es que los ciudadanos vayamos a salir ganando. O, exactamente, qué vamos a ganar y qué vamos a perder. Por lo pronto, la convivencia en un mismo espacio de nuestra vida privada y nuestras transacciones económicas resultan, como mínimo, inquietantes.