Artur Mas y el 'desgavell'

A Fernando Abril Martorell (político realista) le preguntaron, cuando era el factótum de Adolfo Suárez, cómo había acumulado tanto poder. Era al final de la transición y contestó escueto: «Estaba tirado en medio de la calle y lo recogí».

Ayer me acordé cuando Miquel Iceta acusó a Artur Mas de ser el culpable del «'desgavell'» de la política catalana. Desconcierta que Mas, un político honesto, buen profesional e intelectualmente dotado, afirme a 81 días de unas jaleadas plebiscitarias que no sabe si será candidato y que hay que hacer «cosas nuevas». Parece que aquel 'president' que salió elegido contra «el caos del tripartito» está haciendo lo contrario de Abril Martorell: confundir la democracia con la calle.

Mas fue elegido en el 2010 con 62 diputados y podía aliarse con el PSC, con el PPC (con el que gobernó mas de un año) y con ERC. Disolvió en el 2012, a caballo del pacto fiscal y el derecho a decidir, y perdió 12 diputados. Pactó con Esquerra Republicana -podía haber elegido otros socios- a cambio de prometer un referéndum en el 2014 que, con mayoría absoluta del PP, era imposible. Entonces, gobernar pasó a segundo plano. Lo relevante era la consulta. O, Diplocat mediante, internacionalizar el conflicto. Porque no tenía mayoría para gobernar (en esto Oriol Junqueras ha sido transparente) sino solo para poner la directa a la independencia.

Como el referéndum no pudo ser (aunque el 9-N fue una movilización modélica sin salida), propuso unas elecciones plebiscitarias con candidatura única, sin pactarlo antes con ERC, el socio deseado. ¿La CUP? Ya estaba bien en su sitio. Junqueras no aceptó. Por el escándalo Pujol, por distancia ideológica y por guerra de jefes. En enero, Mas capituló y firmó candidaturas separadas y elecciones el 27-S. Renunciaba así a una importante prerrogativa: elegir el momento de las elecciones. Desde entonces Catalunya vive en campaña.

Otra cesión

Ante la sorpresa general, el 20 de junio resucitó la lista única solicitando a la sociedad civil -solo la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural- que tomara las riendas. Otra cesión. Objetivo: meter presión a Esquerra con el argumento -cierto- de que las encuestas pintan mal. Pero Junqueras contestó proponiendo una lista única aunque sin políticos (sin Mas y sin él). Òmnium ha comprado la idea, la CUP han entrado al trapo con añadido: 'lista civil' solo para el plebiscito del 27-S, luego proclamación de la independencia y nuevas elecciones. ¿Legalmente imposible? No si el Parlament no elige nuevo 'president' en dos meses. El gran conflicto con España correspondería, pues, a un Gobierno en funciones presidido por Artur Mas.

Y la madrugada del miércoles llegó la bomba: la ANC suscribía el plan Junqueras-Òmnium-CUP pese a las reservas -expresadas el día anterior en el diario Ara- de su nuevo presidente, Jordi Sànchez.

Un nuevo mayo del 68

Todo suena a 'desgavell'. A operación que se ha ido de las manos. Quizá, como justifican los amigos conservadores de Mas, «el movimiento viene de abajo». Parece algo así como un nuevo mayo del 68 impulsado por catalanes y catalanas sesentones. Una 'lista civil' sin políticos (no están de moda) y sin programa (salvo la independencia), unitaria e interclasista, y pactada entre los que captan la corriente de la historia (Convergència, Esquerra, la CUP, la Assemblea y Òmnium Cultural). Y al día siguiente… ¡independientes!

Pero creer que Catalunya desea una ruptura es 'somiar truites'. El 50% de los catalanes, contra el 42,9% (según el Centre d'Estudis d'Opinió, no el Centro de Investigaciones Sociológicas) no quiere la independencia. Y solo el 20% (encuesta del GESOP para EL PERIÓDICO) cree que el 'procés' acabará en un nuevo Estado (entre los independentistas, el 41%). ¿En Convergència nadie recuerda que tras mayo del 68 vino la mayoría absoluta del general De Gaulle?