Artur Mas sortea la trampa tendida por Oriol Junqueras

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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El debate de política general que cumplió su segunda jornada en el Parlament encamina a Catalunya a unas elecciones anticipadas. Artur Mas lo insinuó el lunes al admitir que la imposibilidad de celebrar la consulta soberanista el 9-N no deja otra salida y lo ratificó indirectamente el martes al rechazar "en este momento" la oferta de Oriol Junqueras de entrar en el Gobierno catalán condicionada a sacar las urnas a la calle.

Mas sorteó la trampa tendida por el líder de ERC porque su intención es votar "con plenas garantías democráticas" y eso significa que la consulta solo se puede celebrar en la legalidad y con la tolerancia, al menos, del Gobierno de Mariano Rajoy, lo que no va a ocurrir.

El duelo entre Mas y Junqueras, el más agrio desde que el líder de ERC ejerce insólitamente a la vez de aliado del Gobierno y de jefe de la oposición, fue otra muestra del tacticismo enfermizo de la política catalana, que no se libra del partidismo ni cuando sus dirigentes no cesan de apelar a la unidad ni cuando recuerdan cada día el trascendental periodo histórico que vive Catalunya.

Legalidad solo hay una

Mas y CiU se han pasado los meses rogando a ERC que se integrara en el Govern para repartirse los daños que causa el proceso soberanista. Junqueras y Esquerra se han negado siempre --incluso rechazaron una lista conjunta para las elecciones europeas-- y ahora, cuando faltan menos de dos meses para el 9-N, se descuelgan con el ofrecimiento de gobernar juntos, pero siempre que eso comprometa a Mas a "blindar la consulta".

Pero, ¿cómo va a aceptar el presidente de la Generalitat esa oferta de un líder que acaba de llamar a la desobediencia civil para poner las urnas en contra del recurso del Gobierno central al Tribunal Constitucional (TC) e incluso en contra de la suspensión de la consulta por parte del alto tribunal?

Mas siempre ha declarado que la consulta debe celebrarse dentro de la legalidad y, aunque incluye en esa afirmación la ley catalana que aprobará el viernes el Parlament, sabe que, como señala Josep Antoni Duran Lleida, legalidad solo hay una. Es decir, en las circunstancias actuales, decir que la consulta será legal equivale a decir que no habrá consulta.

Ante la trampa de Junqueras, Mas le advirtió de que en el Parlament pueden formarse otras mayorías para agotar la legislatura, que es lo que en realidad desearía por diversas razones, la principal de ellas que todo el mundo da ahora por segura la derrota de CiU a manos de ERC.

Oferta del PSC

El aviso aludía a un pacto con el PSC, que Miquel Iceta no para de ofrecer, aunque para negociar y pactar una consulta muy distinta a la que acordaron en diciembre pasado los partidos soberanistas. El primer secretario de los socialistas defiende el "derecho a decidir" acordado con el Gobierno central mediante una reforma constitucional de carácter federal, que votarían todos los españoles primero y solo los catalanes después en lo que afectara al nuevo encaje de Catalunya en España.

Pese a la advertencia, no parece que Mas opte por el pacto con el PSC y de ahí que lo más probable sean unas elecciones anticipadas (quizá en febrero), a las que CiU querría acudir en una lista conjunta con ERC y con personalidades independientes, como una forma de convertirlas en un plebiscito en favor de la independencia.

Una estrategia --puro tacticismo-- que evitaría la debacle de CiU --o, mejor, de Convergència, ya sin Unió--, pero que, por las mismas razones tácticas, no le interesa a ERC. Eso sin contar que con al menos tres fuerzas opuestas a la independencia (PSC, PP y Ciutadans) y con un mapa político en plena mutación (irrupción de Podemos y Guanyem) nadie puede considerar esas elecciones plebiscitarias.

Junqueras tampoco desea la disolución inmediata del Parlament porque preferiría hacerse fuerte antes en los municipios en las elecciones de mayo de 2015 para preparar después el asalto a la Generalitat. Por eso insistió en el debate en que la consulta es el "mejor instrumento" y la "mejor garantía democrática" para preservar la unidad del soberanismo, una unidad que Mas ve tan frágil como una estatuilla de porcelana.

Junqueras aseguró --y en eso tiene toda la razón-- que no pueden llamarse a engaño quienes ahora parece que se sorprendan de la actitud negativa del Gobierno central y del Tribunal Constitucional ante la consulta. Los partidos que han repetido hasta la saciedad y siguen afirmando que la consulta se celebrará y será legal se engañan a sí mismos y engañan a sus electores.

Escocia influirá

Solo hay una incógnita que puede influir en el proceso hacia la no consulta, y se desvelará este jueves. Se trata del resultado del referéndum en Escocia. El soberanismo catalán, por supuesto, anhela un triunfo del sí porque internacionalizaría el conflicto escocés y, por contagio, el catalán, y colocaría a la Unión Europea ante una situación inédita que tendría que abordar de hecho, lejos ya de las especulaciones sobre futuribles.

Hay quien piensa incluso que la victoria del sí en Escocia podría dar a Mas una salida moderada, que se traduciría en un posible y razonable aplazamiento de la consulta en espera de los movimientos en Europa.

Pero también se oyen voces en el sobernismo catalán que no están convencidas de las bondades de la victoria del sí porque podría producir el efecto contrario al pretendido. Un triunfo del sí reforzaría, según esta tesis, el inmovilismo de Rajoy, ante el fracaso de la vía pactista de David Cameron. Rajoy siempre podría decirle a Cameron que él, con su flojera, había perdido Escocia mientras Catalunya seguía en España gracias a su intransigencia.

Una intransigencia que ha abonado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, al no descartar la aplicación del artículo 155 de la Constitución (suspensión de la autonomía) para impedir la celebración de una "consulta secesionista ilegal". Ante el revuelo organizado, muchos volvieron a plantearse a qué fino estratega se le ocurrió que sea precisamente el ministro de Exteriores el que más opine sobre Catalunya, que, al menos por ahora, sigue siendo un problema interior.

Artículo publicado en ZoomNews