La clave

Artur Mas, solución o problema

Raül Romeva, Oriol Junqueras y Artur Mas, este martes, en el Parlament.

Raül Romeva, Oriol Junqueras y Artur Mas, este martes, en el Parlament. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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La primera sesión de investidura de esta agitada legislatura se ha saldado con el anunciado fracaso del candidato Artur Mas, y nada indica que vaya a correr mejor suerte en la segunda votación de este jueves. Por primera vez desde la restauración de la Generalitat, hace 35 años, el aspirante no habrá alcanzado la presidencia en la primera ronda de votaciones, ni por mayoría absoluta ni por mayoría simple. Todo un síntoma de la fragilidad del bloque independentista, que, pese a mostrarse por ahora incapaz de formar gobierno, se propone fundar todo un Estado en el perentorio plazo de 18 meses.

Excepcionales son las circunstancias, como excepcionales fueron las elecciones del 27-S, motejadas de plebiscitarias por sus convocantes. Si la negativa de la CUP a prestar sus votos a Mas concuerda con sus compromisos electorales, el empeño de Junts pel Sí de aferrarse a la figura del 'president' en funciones se compadece mal con la decisión de relegarlo al cuarto puesto de la candidatura, ahorrándole los debates televisivos. Fue él mismo quien, a cambio de sellar la lista única con ERC, menoscabó su liderazgo al dar un paso atrás, al tiempo que Junts pel Sí remachaba que "el voto de tu vida" no entendía de nominalismos. Si la fuerza anticapitalista es esclava de sus palabras, CDC y Esquerra lo son de sus ambigüedades. 

Salvo mayúscula sorpresa de última hora, Catalunya se aboca a otros dos meses sin un Govern en pleno ejercicio, con el 9 de enero como fecha límite para la convocatoria de nuevas elecciones. Y no, a lo que parece, por discrepancias programáticas entre las fuerzas independentistas, sino por el enroque de unos y otros acerca de quién debe pilotar la llamada desconexión.

RUPTURA SIN CONSENSO

Es Mas quien debe sopesar los pros y contras de propiciar otra cita con las urnas, la cuarta en cinco años, o forzar una ruptura unilateral huérfana de consenso social. El 'president' debe evaluar, en suma, si su liderazgo sigue intacto tras el 27-S. Si la refundación que precisa CDC se puede acometer de la mano de la CUP. Si para el conjunto de los catalanes, soberanistas o no, es la solución o el problema.