La 'erquidistancia'

ERC dibuja a Convergència y la CUP como dos extremos que tensan la cuerda, y a ellos mismos

El vicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, en la reunión del Consell Executiu, ayer, en el Palau de la Generalitat.

El vicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, en la reunión del Consell Executiu, ayer, en el Palau de la Generalitat.

TONI AIRA

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Hace unos años corrió por la red el concepto "erquidistancia". Era aquello del punto medio que buscaba Esquerra entre el PSC y Convergència, nivelando el compromiso en clave de reivindicación nacional de los unos y de los otros, habitualmente poniendo en entredicho que los convergentes lo hicieran lo suficiente y elevando a la categoría de gran hito cualquier gesto que hicieran los socialistas, por pequeño que fuera. Aquellas fueron las apuestas del tripartito y tuvieron un recorrido por todos conocido, igual como todos sabemos también las consecuencias que aquella etapa tuvo para ERC. ¿Pero son conscientes de ello en el partido republicano, así como de cierto paralelismo que (salvando todas las distancias) se podría hacer con aquel momento, ahora con ellos, Convergència y la CUP de protagonistas?

Cuando llegó Oriol Junqueras al liderazgo de Esquerra después de la debacle de Joan Puigcercós, la idea fue una muy diferente, como mínimo en apariencia. Pero aquello de la 'erquidistancia' parece emerger de nuevo, y no tanto por el hecho más que legítimo de buscar una posición política central, como por el hecho de querer lograrla igualando aquello que es evidente que no se puede equiparar a ojos del ciudadano (y del votante soberanista) medio. Ahora se practica la 'erquidistancia', y en el debate sobre los presupuestos se ha visto claro, viniendo a decir que Convergència y CUP son dos extremos que tensan la cuerda, mientras que Esquerra sería aquí el justo término medio que mira de hacer que ésta no se rompa, ponderando.

Pero pasa que Convergència y ERC acordaron un programa electoral que los hizo ganar de largo las elecciones y acceder a Gobierno. Y en él, entre otras cosas asumían una política fiscal para esta legislatura, que no sería ni la de los unos ni la de los otros. Esto hizo que se incorporara en el programa la propuesta de bajada de impuestos sin que se hiciera mención a ninguna subida aneja. Alguien dirá que hay muchas cosas que no aparecen en los programas electorales y que después se incorporan a la praxis por el contexto político. Y tendrá razón. Cómo también la tendrá quién diga que si para hacer una bajada de impuestos que casi no notarán los pocos ciudadanos a quienes afecte, hay que impulsar una subida que tampoco casi la notarán los pocos a quienes afecte (siempre "poco" referido al conjunto de ciudadanos que somos), todo ello tiene un punto importante de postureo y de gesticulación. ¿Con la CUP como excusa?

Pero todo esto, igual como el enroque convergente en esta cuestión, que tampoco les suma mucho, es lo que pasa cuando en la dinámica política se instala el partidismo, incluso en el contexto de una legislatura como esta donde unos, otros y también la CUP nos habían dicho que la cosa iría diferente, y que la construcción de un nuevo Estado pasaría por encima del marcar perfil propio.