La democracia soy yo

Los convergentes, en privado, manifiestan su profunda desconfianza con la CUP

TONI AIRA

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No entraré a analizar al presidente del Gobierno de España, que para eso ya tenemos esa delicia de libro que escribió Antón Losada, el Código Mariano. Yo me referiré a lo que vale para Mariano Rajoy y lo valía antes para José María Aznar y antes para Manuel Fraga ya en su etapa de jugar a la democracia. La idea es esa. Jugar a ser demócratas. Jugar un rol, un papel, pero no creértelo del todo. O no convencer, como mínimo. Es la democracia según Rajoy. La democracia según un PP que por ejemplo se niega a sentarse a negociar con nadie con quien pueda tener alguna discrepancia política relevante. Y para ello, cualquier excusa es buena, por es la suya, porque yo lo valgo.

Como cuando va la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y dice que el president Artur Mas «piensa que la democracia es él». Curioso que desde el PP se juegue con el recuerdo de aquel absolutista rey Sol que decía «el Estado soy yo». Curioso que lo haga el PP, digo, cuando es un partido especializado en confundir mayoría absoluta con absolutista, actuando en consecuencia y recibiendo el pertinente retorno en una sucesiva cita con las urnas. Ahora están tensos, las tretas internas expuestas en los medios sin pudor son muestra de ello, y también lo es su proceder con Catalunya. Porque no hay más ciego que quien no quiere ver. Y al PP se le ve que no lo quiere. En general. Y de ahí, por ejemplo, que Albert Rivera y su Ciudadanos les esté pegando un bocado que de momento solo lo es en las encuestas, pero que a juzgar por el proceder de los de Rajoy se intuye que el 20-D irá más allá. ¿Lo suficiente como para que lo suyo sea una suma cero y no puedan gobernar juntos? Eso ya costará más.

Lo de Mas, Junts pel Sí y la CUP costará el doble. De hecho no está escrito en ningún lugar que acabe de una forma razonable. Los convergentes, en privado, manifiestan su profunda desconfianza con la CUP. Algunos incluso ponen de relieve su desazón porque sufren más que por ellos y por Mas por la suerte del proceso en manos de la CUP como fiel de la balanza. Pero a pesar de ello se sientan, hablan, dialogan. En el PP, en cambio, ven una manifestación multitudinaria a las puertas de un tribunal por el que ellos han hecho desfilar a un presidente de la Generalitat y dicen que es presión inaceptable a los jueces. Por los cargos electos que allí también se concentran, aseguran. Y cuando la senadora Alícia Sánchez-Camacho y el concejal Alberto Fernández escoltaban al Xavier García Albiol alcalde en los juzgados (con su mayoría silenciosa en casa, se entiende), eso era puro apoyo y lo más normal del mundo, claro. La democracia según el PP. Lo normal soy yo. La democracia soy yo. Y así les va, no solo en las encuestas.