LA CORTINA DE HUMO

Convergència se va reencontrando

En CDC ya hay quien le ha dicho a Mas que debería hacer un cierto 'mudo'

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC.

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC. / JOAN CORTADELLAS

TONI AIRA

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Es como si lo peor ya hubiera pasado, a juzgar por lo que respiran convergentes de sensibilidades muy variadas. En Madrid han reencontrado su discurso ligado a la utilidad, que ahora podría pasar por sumar a hacer posible una investidura de Pedro Sánchez, y no se les caen los anillos al decirlo. ¿A cambio? Referéndum, una opción que también reclama una formación política española como Podemos. Asumen la complejidad de su espacio político y de su rol.

En Catalunya, tienen al frente del Govern a un Carles Puigdemont que ha aportado calma y desacomplejamiento. Es netamente convergente, pero no facilita la caricatura que se hace de este espectro de votante y de político. ¿Y en el partido? Han encontrado la fórmula para versionar aquello de 'la puta y la Ramoneta', adaptado a los nuevos tiempos y a su nueva piel: son soberanistas. ¿Independentistas? Ahora sí, pero sobre todo porque defienden la soberanía del país. Quieren seguir haciendo de partido de amplio espectro, abrazando sensibilidades diferentes, y ello incorpora quienes en un referéndum por la independencia votarían 'no', aunque ahora el partido defiende el 'sí' porque las circunstancias así le han empujado a hacerlo. La complejidad reversionada.

En todo esto hay un liderazgo institucional que emerge, el de Puigdemont, y uno que comprensiblemente no acaba de encontrar su espacio y tono, el del 'president' Artur Mas. En los últimos días, sin embargo, ya hay quien le ha dicho que tendría que saber hacer un cierto 'mudo' que le ahorrara a él y al partido la sensación de que quiere y no puede. Es decir, que todo el mundo tiene claro en Convergència el sacrificio que ha hecho Mas y cómo esto y su trabajo en el día a día puede hacerles sumar, pero a la vez son conscientes de que el 'president' vive un duelo interno por cómo tuvo que dejar la primera línea, que le hace aparecer en fotos donde parece que esté puesto con calzador y que le hace hacer declaraciones en las que rezuma una acritud y un resentimiento (muy especialmente hacia la CUP) que no animan. "Irá encontrando el tono y su espacio", dice gente cercana a él.

Pero, de hecho, trabaja en la reconversión del partido, y en eso todo el mundo en su casa confía especialmente. Tiene la autoridad para pedir los sacrificios personales que sean necesarios, y esto puede implicar la jubilación de una serie de nombres que ya restan más que suman a una formación política en vías de reencuentro, más que de reinvención. Convergència busca reencontrar la esencia de lo que la hizo importante en su día, por sorpresa, y quiere reeditarlo, también ahora cogiendo desprevenida a una mayoría que ya la daba por muerta (una vez más). Ahora, incluso, en los sondeos que están haciendo en las agrupaciones territoriales, se palpa (a diferencia de hace unos meses) la estima por un nombre, Convergència, que la base no quiere perder.