LA CORTINA DE HUMO

Convergència y la rana

Solo con el gancho electoral de Puigdemont no se monta un nuevo partido de amplio espectro

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC.

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC. / periodico

TONI AIRA

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¿Saben aquello de la rana que la metes dentro de un bote de agua hirviendo y sale disparada, mientras que si la tienes dentro de un bote con agua a buena temperatura, pero vas subiendo y subiendo la temperatura lentamente, su piel se va adaptando hasta que muere bien hervida? En Convergència fueron unos cuantos los que esperaban un buen susto que hiciera saltar las alarmas definitivamente y que moviera a la acción y al cambio real a un partido que lo necesita, si no quiere seguir drenando voto en un goteo que va desgastando su representación y la esencia de lo que había sido.

Un antiguo dirigente socialista me comentaba hace unos días que a los convergentes les pasa una cosa en la línea de aquello que protagonizaba el PSC en los tiempos “gloriosos” de la convivencia forzada entre los 'capitanes' y el sector catalanista. Su resumen de la situación de aquel momento era bastante explícito: “Quienes tenían cojones no tenían ideas, y quienes tenían ideas no tenían cojones”. Concluía que ahora en Convergència ha pasado (y quizá pasa) una cosa parecida y por eso nadie apuesta por una sacudida real, ya sea por miedo o por incapacidad.

Con todo, debate testosterónico aparte, realmente el gran problema ha sido demasiado a menudo dejarse llevar por la inercia y por ir quitando hierro a situaciones y a resultados adversos que, a pesar de todo, se pensaba que serían coyunturales. “El ir tirando ha hecho mucho daño”, asume un joven cuadro local del partido. Y de este género todavía hay bastante, ahora que muchos depositan sus grandes expectativas (¿únicas?) en el posible gancho electoral del 'president' Carles Puigdemont.

Pero con eso solo está claro que no se monta un nuevo proyecto político de amplio espectro. La apuesta real y decidida por Puigdemont tiene que ser un síntoma, pero en absoluto el único desencadenante que impulse un nuevo proyecto político que sepa superar la desaparición biológica de una parte importante del votante convergente de siempre y que consiga motivar al votante emergente, a la nueva generación.