IDEAS

Catástrofes del presente

Fotograma de 'La aventura del Poseidón' (1972).

Fotograma de 'La aventura del Poseidón' (1972). / periodico

JORDI PUNTÍ

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El otro día vi por azar unas imágenes de la película 'Aeropuerto 75', en concreto la escena del rescate del avión por parte de Charlton Heston, y esa tensión exagerada y torpe me hizo regresar inmediatamente al Sydney Cinema, de Manlleu, donde pasé tantas horas. El Sydney, que cerró hace años, era uno de esos cines gigantes, con programa doble, más de mil butacas y una platea panorámica que era ideal para ver películas de catástrofes, plagas y amenazas del fin del mundo.

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Entonces títulos como 'La aventura del Poseidón', 'Terremoto', 'Tiburón', 'El enjambre' (en castellano porque así es como las veíamos) nos hacían sufrir porque nos parecían de lo más realistas. Te metías en la pantalla. Al mismo tiempo, por suerte, llegó el cine fantástico y de ciencia ficción, y nos distrajo de aquellos horrores impostados.

Me pregunto por qué ese cine de catástrofes ha ido menguando y se me ocurren varias respuestas. Una es que, con la excepción de los Phenomena y algún otro viejo cine furtivo, ya no quedan salas adecuadas para la magnitud de esas tragedias. Otra posibilidad es que los efectos especiales se cargaron el cine de catástrofes. Una vez que los creadores digitales de Hollywood ya lo imaginaron todo, desde el fin del mundo al apocalipsis nuclear o los robots que se transformaban en máquinas de matar, en 3-D y con efectos hiperrealistas, ¿qué les quedaba?

Hay aún otra posibilidad: hoy en día conocemos al momento y al detalle los accidentes más horrorosos, y el cambio climático es responsable de tantos desastres naturales que el terror está a los documentales, y no en la ficción. Así, cuando Hollywood filma películas de desastres, se basa en historias reales con un final relativamente feliz, como por ejemplo 'Lo imposible' o 'Sully'. Todo esto, claro, puede cambiar radicalmente con Donald Trump como presidente de Estados Unidos, si es que llega a mandar. Su victoria hace temer las peores decisiones políticas, un giro ideológico en el que, de repente, todos los argumentos de los años 70 se pueden ver confirmados: guerra fría, terror nuclear, más desastres ecológicos... La vieja ficción convertida en realidad, el poder como 'reality-show'.