En ocasiones, veo catalanes

En ocasiones, veo catalanes

En ocasiones, veo catalanes / periodico

Merche Negro

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“Tú es que nos tienes idealizados” me decís a veces vosotros.

Vosotros sois... pues vosotros, el país, pueblo, nación o personitas catalanas que desde hace casi un año -ya queda poco para nuestro aniversario, queridos- me habéis dejado vivir enBarcelona. Tampoco os he pedido permiso ni tenía porqué hacerlo pero me gusta más contarlo así poniéndole algo de encanto, que no cuesta.

Yo creo que no os idolatro tanto, de hecho tengo muy presentes vuestros defectos. Los del país, el pueblo, la nación y las personitas con las que voy cohabitando de una o varias formas, sucesivas o simultáneas que de todo hay. Lo que pasa es que si uno quiere de verdad también acaricia esas zonas oscuras, las que uno descubre pero no queremos enseñar, propias o ajenas -”¡a mi santo le critico yo, pero nadie más!” y cosas así-

Lo negativo se vuelve una imperfección soportable, lo insoportable una reacción pasajera, lo que pasa y no pasa, o que no pasará nunca, una circunstancia que podremos cambiar con nuestra varita mágica.

La magia del querer, si es que es lo que tiene. A las personas, las cosas -anda que no quiero yo a mi lápiz khol, no te digo más- y las ciudades, o países.

Total, que estoy enFrancia, no sé si os lo he dicho. Estamos aquí una servidora, una amiga y una gastroenteritis tipo porqué-me-tiene-que-pasar-a-mí-ahora-no-somos-nadie que yo creo que entre lo vacía que me estoy quedando y los tembleques de anoche en la cama, me provoca alucinaciones.

Porque estábamos hace un rato en un pueblo perdido de la campiña buscando 'essence' (gasolina, qué forma más poética de llamar al petróleo), y el señor de la tiendecita de la plaza no nos hacía ni caso: estaba embobado mirando en una pantallita la imagen deTito Vilanova.

Que no digo yo que no sea un tema importante, si lo es, de hecho mi amiga y yo nos hemos quedado ojipláticas con el tema. Pero que hombre, si uno pone en un listado una lista del uno al diez de las cosas que están pasando en el mundo, pues es mucha casualidad que en una localidad minúscula del sur de Francia... ¿no?.

Mi amigaque es una activista de estas que a la que te descuides un poco te cambia el mundo pero para bien, y vaya si es capaz la tía, a todo le busca las segundas y terceras vueltas. O lo que es peor, los antecedentes y las causas. Cualquiera le discute un argumento, no hay quien la pille. Lo hemos ido hablando en el autobús camino de una playa deMarsella, a la que se ha empeñado en enviarnos un recepcionista de hotel muy simpático y que a tenido a bien traducir los tatuajes en árabe de mi espalda que de vez en cuando me ayudan a hacer amigos. Y mira tú por dónde que la cala se llamabaLos catalanes".

Con bandera y todo.

Sois de lo que no hay, si es que no me soltáis, lo hacéis a propósito porque os encanta hacer patria. Sutiles a veces, otrasno tanto. Conseguís que os eche de menos en un lugar supuestamente de ensueño, donde me hablan en el idioma de boquita cerrada y mezcla racial tan, tan interesante e imponente en algunos casos, y mira que soy normalmente inmune a la guapura, pero hay obviedades que es mejor no dejar pasar de largo porque oye, no sabes cuándo vas a tener la oportunidad otra vez de admirar algo como eso.

Ay, pero yo prefiero lo que tengo. Mis paseos frente alhospital del Mary mis cuatro columnas escondidas delTemplo Augusto, el ratito en bici entre elzoo y laestación de França,Sant Felip Neri y alguna que otra esquina del gótico con permiso de los turistas y sus patinetes eléctricos.

Y por descontado, miPoblenouque estos días va a perdertrescientos vecinosde la manera más injusta posible. ¿Véis? Ni de lejos todo es bonito y hay mucho que pelear aún: algunos de vosotros que no miráis más allá de vuestras narices y os importa un carajo lo que le pase a vuestros vecinos. Así sois, así somos. Y qué mal lo estáis haciendo, perdonad que os lo diga.

No voy a acabar esto con el gesto torcido que estoy de vacaciones, o de escapada un poco de todo: del país, pueblo, nación o personitas que a veces saturáis.

Tanto como se os añora. Mañana vuelvo, ya sin gastroenteritis y preparada para lo que venga.

Os dejo con aquello que decía un local de por aquí y que yo adoraba en mis años mozos aunque se llamara Patricio (las zonas oscuras del querer, recordad):

A tout a l'heure!

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