IDEAS

Trump y el fin del mundo

Trump y su mujer, Melania, felicitados por la multitud tras el discurso de aceptación de la victoria del magnate, en el hotel New York Hilton Midtown, en Nueva York, el 9 de noviembre.

Trump y su mujer, Melania, felicitados por la multitud tras el discurso de aceptación de la victoria del magnate, en el hotel New York Hilton Midtown, en Nueva York, el 9 de noviembre. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Estos días, si no escribes un artículo sobre Donald Trump, no eres nadie. De modo que aquí estoy, dispuesto a explicar que en la madrugada del miércoles, mientras veía a Trump saludando victorioso y retraído (como si no acabara de creerse que había ganado), me encontré tarareando esa canción de R.E.M. llamada 'It’s the end of the world'. La letra quiere ser una colleja al sueño americano y dice: “Es el fin del mundo tal como lo conocemos..., y yo estoy bien. Un torneo de mentiras, dame soluciones, dame alternativas... y yo paso”. Después, como una respuesta automática, recordé los versos de T.S. Eliot al final de 'Los hombres huecos': “Así es como acaba el mundo, / no con una explosión, sino con un gimoteo”. De momento muchos intentamos ahogar este gimoteo, tratamos de comprender lo incomprensible y recogemos pistas que pasan por la burbuja de las redes sociales, el descrédito de la clase política o la división fatal del voto entre las grandes ciudades y la América rural y deprimida.

En el fondo la cita de Eliot es pertinente porque Trump es un hombre vacío por dentro, un 'fake'. Será interesante ver qué pasa a partir de ahora. Hay otros políticos que también estaban vacíos por dentro y han hecho carrera, pero él debe de ser el primer candidato democrático que no disimula, al contrario: se jacta. Nada late más adentro de su superficialidad de matón lenguaraz. Estos días hay quien tiene la tentación de compararlo con el Frank Underwood de la serie 'House of Cards', porque se fía de un cierto carisma, pero en realidad es todo lo opuesto. Trump ha vendido intuición y éxito en los negocios, y está por ver si su astucia le servirá para comandar el país, delegar en los demás o buscar soluciones que no pasen por saltarse la legalidad. Una de dos: o fracasa y dentro de un año le meten un 'impeachment', repudiado de nuevo por el partido republicano y a punto de ir a la cárcel -tal como ha sugerido el periodista Malcolm Gladwell-, o se sale con la suya y por tanto triunfa un modelo que parece salido del peor 'reality show': vulgaridad, jacuzis, lentejuelas, mentiras y discursos plagiados. La telebasura llega a la Casa Blanca. El fin del mundo tal como lo conocíamos.