MIRADOR

Nadie gana, todos pierden

Si son inevitables las terceras elecciones, la pelea socialista resulta muy estúpida

Guillermo Fernández Vara.

Guillermo Fernández Vara. / periodico

JOAQUIM COLL

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La guerra intestina que sacude al PSOE demuestra que personas racionales e inteligentes se pueden comportar de forma perfectamente estúpida. La estupidez, como bien explicó el economista e historiador Carlo María Cipolla, es uno de los comportamientos psicológicos más peligrosos que existen. A pocos días de las elecciones vascas y gallegas, resulta incomprensible que los socialistas se entreguen a este cruce de acusaciones en las redes sociales sobre la libertad de expresión a cuenta de unos tuits contra el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, supuestamente orquestados desde el entorno del secretario de organización del partido, César Luena.

La profunda fractura interna ya no se sabe si es política o de raíz personal. Si hay una diferencia de fondo sobre cómo salir del bloqueo institucional en España o se dirime todo sobre una acumulación de rencillas, odios y rencores entre los sectores críticos y la dirección federal. Lo más probable es que sea una mezcla de ambas cosas, siendo imposible discernir dónde empieza una y acaba la otra. El resultado es que el PSOE se enfrenta a una crisis psicopolítica que amenaza con dejar al partido sin una estrategia reconocible para sus votantes.

El problema en estos casos no es lo que se dice, sino lo que se calla. Cuando los dirigentes territoriales como Vara o Susana Díaz reclaman un debate interno para evitar nuevas elecciones, no están diciendo lo que verdaderamente piensan. Desearían que el PSOE se abstuviera de alguna forma para dejar gobernar al PP. Les parece lo más responsable. Pero no se atreven a verbalizarlo porque no quieren asumir el coste entre la militancia de esa decisión. Pretenden que sea Pedro Sánchez el que cargue con el muerto para luego liquidarlo como secretario general.

Los críticos tienen razón en que su famoso trilema (no a Rajoy, no a gobernar con el acuerdo de partidos independentistas y no a terceras elecciones) es de imposible solución. Imposible excepto que sucediera lo improbable. El apoyo sin condiciones de Unidos Podemos a una investidura de Sánchez junto a la abstención de Ciudadanos y algún otro grupo. En el abismo de las terceras elecciones, ciertas cosas pueden acabar sucediendo. Por si acaso, Díaz ha salido de forma preventiva anunciando que no se puede gobernar con solo 85 diputados. Su oposición garantiza que dicho trilema es de imposible solución.

Los barones territoriales socialistas apuestan, aunque no lo digan, por una abstención con condiciones. Pero saben que el PP no va a cambiar de candidato. También que, tras lo sucedido en las últimas semanas con la corrupción en las filas populares, al PSOE le resulta imposible facilitar la investidura de Mariano Rajoy. El 'caso Soria' ha sido definitivo. Si las terceras elecciones son inevitables, lo que resulta profundamente estúpido es la pelea socialista. Nadie gana, todos pierden.