MIRADOR

¿Será el choque de trenes el punto final del diálogo?

El choque es casi inevitable, salvo que Puigdemont y Junqueras se sumen a la petición de un referéndum negociado

Puigdemont saluda a Rajoy durante la inauguración de la exposición sobre Joan Miró en Oporto (Portugal), el pasado 30 de septiembre.

Puigdemont saluda a Rajoy durante la inauguración de la exposición sobre Joan Miró en Oporto (Portugal), el pasado 30 de septiembre. / JORDI BEDMAR

JOAN TAPIA

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Empezar a dialogar tras cinco años de gobernar y diez después de presentar un macrorecurso contra el Estatut, aprobado por las Cortes españolas y refrendado en Catalunya, no es fácil.

Nada más nombrar a Enric Millo -gesto acertado- y mientras la vicepresidenta Soraya daba algo de credibilidad a la Operación Diálogo al admitir -en la COPE!- que el PP se equivocó al recoger firmas callejeras contra el Estatut y al no consensuar con el PSOE antes de recurrir al Constitucional, ha soplado viento contrario desde varios frentes.

Primero desde el mismo PP, ya que FAES tardó un día en atacar a la vicepresidenta y en criticar por “acomplejada” la nueva política. En otro extremo las CUP suben su apuesta por la ruptura al exigir la dimisión del 'conseller' Jané por no impedir que los Mossos obedezcan las órdenes judiciales. E instan a adelantar el referéndum ilegal si el Constitucional toma medidas contra Carme Forcadell.

Pero no nos equivoquemos. El punto débil de la operación es que llega tarde y tras años de falta de diálogo y prepotencia mutua. Los separatistas ya han lanzado el “referéndum o referéndum” (pactado o ilegal) para setiembre y tienen difícil hacer marcha atrás sin quedar con el culo al aire ante parte de sus electores. Y sin la Generalitat, porque sin ayuda de las CUP Puigdemont desaparecería.

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Y el Constitucional acaba de prohibir, a instancias del Gobierno, ese referéndum. Y es también difícil que Rajoy reconozca el derecho de autodeterminación. No por miedo a Aznar sino porque depende de C's, está rodeado de prensa nacionalista española, sería silbado en las sedes del PP y desconcertaría a Europa. ¿Interesa otro lío en un 2017 que ya se presenta “espeso”?  

¿Quién tiene la culpa? El PP empezó antes al ir como elefante en una cacharrería contra lo que ya se había votado y decía que Catalunya era España. ¿Fue por anticatalanismo? ¿Para matar a Zapatero? Fue.

Pero el independentismo ha ido muy lejos. No es lógico defender al bueno de Jané por respetar la ley y luego quererse saltar todas las leyes para crear un nuevo Estado europeo que se dice que sería “la Holanda del sur”. Y todo con la ayuda de las CUP, asamblearias y que quieren salir de Europa.

¿Entonces? Gente “informada” cree que el choque de trenes es casi inevitable. Salvo que Puigdemont y Junqueras, juntos y en una jugada inteligente, se sumen a la petición de Rabell y Coscubiela de un referéndum negociado con Madrid. Sabiendo que desde luego no sería para setiembre. Sería el milagro Rabell e implicaría romper con las CUP pero quizás podrían contar con Iceta, adicto al pacto y alérgico al choque. 

Pero los “informados” creen que habrá choque y que tanto Rajoy-Millo como Puigdemont-Junqueras más el PSOE (sin líder)-Iceta deben esforzarse en que la conflagración -si se produce- sea blanda, de la más baja intensidad posible. Porque al día siguiente nadie habrá ganado, la vida seguirá, las “botigues” convendrá que abran y que las inversiones (internas y extranjeras), los créditos y los turistas sigan viniendo.