GEOMETRÍA VARIABLE

La vieja costumbre de satanizar al enemigo

El PP y el PSOE bajan por la crisis y por querer culpar de todo al contrario

Pedro Sánchez, este lunes en Vigo.

Pedro Sánchez, este lunes en Vigo. / periodico

JOAN TAPIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las elecciones del 20-D han confirmado que el bipartidismo imperfecto ha sido relevado por un cuatripartito ampliado. Suicidada ahora IU, no es correcto hablar de imperfección para referirse al PNV, CDC o ERC, que han tenido un papel relevante en la política española.

Y pese a todo, la realidad es que --salvo que lo pactaron entre los dos grandes-- solo Mariano Rajoy y Pedro Sánchez siguen teniendo posibilidades de presidir el Gobierno tras el 26-J. Y los dos --aunque con distinta intensidad-- persisten en la vieja costumbre de ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio.

Cuando Pablo Casado asegura que la trama del constructor Marjaliza con Paco Granados --el hombre fuerte durante años del PP en Madrid-- y varios alcaldes de la comunidad le produce vergüenza y bochorno, y cuando Rita BarberáJuan Cotino (cobrando comisiones por el viaje del Papa) y el PP valenciano son noticia diaria de tribunales, Mariano Rajoy no puede resumir el asunto declarando al 'Financial Times': “Mi partido no es corrupto. Hay algunas personas que hicieron lo que no debían, pero ya han sido expulsadas”. ¡Hombre!

Y tampoco es aceptable que prometa que va a volver a bajar impuestos cuando la rebaja fiscal del 2015 ha hecho volver a incumplir el déficit, cuando Bruselas nos forzará a nuevos ajustes y cuando está activando a sus amigos en el PP europeo (esos que Pablo Iglesias desprecia pero que no tiene) para evitar (al menos hasta después del 26-J) una bochornosa multa a España por déficit excesivo. Mientras, este miércoles la deuda pública española superó la cota del 100% del PIB, algo que no ocurría desde 1909.

Extrañaba menos --dada la desidia con la que ha abordado el conflicto catalán-- que solo tuviera previsto un acto electoral en Catalunya --en Lleida, para ser exactos-- y no está mal que rectifique. Ahora ha decidido --tras el impacto causado la semana pasada por las dos visitas de Pedro Sánchez y la entronización de Meritxell Batet como cabeza de lista por Barcelona y posible vicepresidenta del Gobierno-- presentar el 4 de junio en la capital caalana el programa electoral del PP. Un presidente de España que en campaña no pisara la segunda ciudad española era confesar que la creía territorio prohibido. Casi avalar o tragar la tesis independentista de que Catalunya no es España.

No, Rajoy (ya lo sabíamos) no está a la altura. Pero Pedro Sánchez también debería espabilar. La política implica simplificar y la pinza PP-Podemos es dura. Pero cuando desde el 2014 se está generando empleo a un ritmo nada despreciable, no es sensato (aunque quizá aquello de 'al enemigo ni agua' de la política española sirva de atenuante) demonizar la reforma laboral de Rajoy y seguir el discurso elementalista de otra izquierda. Los propios sindicatos, que abominan de la reforma, han pactado rebajas salariales a cambio de empleo en el sector del automóvil. Y la han utilizado además para redimensionar sus plantillas.

La ventaja del PSOE es la conexión con Europa. Y cuando en Francia el socialista Hollande --a un año de sus presidenciales y con malas perspectivas electorales-- ha decidido una reforma laboral flexibilizadora y se está enfrentando tanto a una rebelión en su partido como a la protesta callejera, es que existen pocas alternativas. El PSOE puede buscar otras soluciones, pero satanizar los pasos dados no parece razonable porque el mundo no se acaba el próximo 26 de junio.

Podemos se ha beneficiado electoralmente de la crisis, pero quizá todavía más de que PP y PSOE se han acusado mutuamente de lo peor cuando Zapatero y Rajoy adoptaron sucesivamente decisiones económicas impopulares pero inevitables.