Ligera erosión del independentismo
Los catalanes están más preocupados por la parálisis política que por el paro
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
Lo importante de la encuesta del CEO no es la estimación de voto que indica que JxS caería dos o cuatro diputados, y que la CUP perdería otros dos, con lo que es casi seguro que no habría mayoría independentista en el próximo Parlament. Y es que este capítulo del sondeo parte de una ficción, la repetición de la lista de JxS, que es muy poco verosímil. Y, contra la 'doctrina Mas', puede que ERC y el nuevo PDECat, por separado, obtuvieran más escaños.
Lo más relevante es que por primera vez -que yo conozca- en una encuesta seria realizada en España la primera preocupación ciudadana no es ya el paro, señalado por el 41,9% frente al 47,3% de la encuesta anterior. Y baja con fuerza la inquietud por la situación económica. Del 26,2% al 17,6%. Primera conclusión: los ciudadanos notan la mejora económica lo que, en principio, debe favorecer a Rajoy. Pese al alto coste social de la devaluación interna, la medicina recomendada por Bruselas ha dado frutos.
¿Cuál es entonces la primera preocupación de los catalanes? La insatisfacción con la política (incluida la corrupción). Lo dice un 43,7% frente al 33,75, diez puntos menos, de la encuesta anterior. A mi entender los catalanes empiezan a estar cansados y un poco hartos no sólo de la corrupción (la encuesta coincidió con el juicio del Palau) sino también de la parálisis política y el eterno empate en el que vive Catalunya desde las elecciones del 2012. Desde que Mas pidió una mayoría excepcional, perdió 12 diputados y no sólo no rectificó sino que siguió adelante a más velocidad.
PERSPECTIVA ECONÓMICAS
Nada menos que el 66,7% cree que la situación política es mala o muy mala y el 32,5%, contra el 10,1%, piensan que ha empeorado en el último año. Es un resultado muy diferente a lo que piensan de la situación económica. Aquí el 26,4% cree que ha mejorado contra el 25,5% que piensan lo contrario. Todo ello indica una lenta erosión del independentismo. En una escala de 0 a 10, donde 0 es el mínimo, la confianza en los políticos catalanes ha bajado del 4,29 al 3,76 aunque sigue siendo mas alta (que no se equivoquen en Madrid) que en los políticos españoles (2,63). También baja, del 4,44 al 4,20 la nota del Gobierno de la Generalitat y del 6,20 al 6,08 el sentimiento nacionalista (el máximo sería el 10).
Toda la encuesta va en esa línea. Los que creen que Catalunya debería ser un estado independiente se quedan en el 37,3% (llegaron al 48,3%) frente al 28,1% que prefieren ser una comunidad autónoma, el 21,7% de la solución federal y el 7% de la simple región. Y encañonados al si o no, el 48,5%, subiendo casi dos puntos, dicen no querer la independencia frente al 44,3%. Cuatro puntos de distancia. La guinda es que sólo el 50,3% es partidario del referéndum unilateral, aunque otro 23,3% lo aceptaría si fuera pactado con el Estado. Y lo que enfurecerá a los agresivos tuiteros: el 55% de los catalanes (contra el 31%) siente orgullo cuando una selección española tiene éxito en una competición internacional.
Puigdemont debería empollar la encuesta. Todos ganaríamos.
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