GEOMETRÍA VARIABLE

El 11-S da algo de oxígeno a Junts pel Sí

Puigdemont apuesta por elecciones "constituyentes" el próximo otoño

Imagen de la manifestación de la ANC en el paseo de Sant Joan de Barcelona, en la Diada del 2016.

Imagen de la manifestación de la ANC en el paseo de Sant Joan de Barcelona, en la Diada del 2016. / periodico

JOAN TAPIA

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Junts pel Sí ha salvado los muebles. Cierto es que el número de manifestantes es bastante menor al de años anteriores. Pero 800.000 ciudadanos pidiendo la independencia son muchos. Es un dato que no se puede despreciar, incluso aunque solo fueran 400.000. Otra cosa es que en democracia las decisiones no se toman en la calle, sino en las urnas.

Sin el apoyo de los manifestantes del domingo, el Govern de la Generalitat se habría quedado sin oxígeno. Ha pasado un año desde la 'victoria' del 47,8%, que no fue tal, pues las elecciones se convocaron como "plebiscitarias". Y el balance es muy deficiente. Lo cierto es que quienes, según el nuevo 'president', Carles Puigdemont, tenían que llevar Catalunya al borde de la independencia, no han sido capaces ni de aprobar el presupuesto de la autonomía del 2016. El ridículo ha sido tan espantoso que Puigdemont ha tenido que presentar la cuestión de confianza. Parece que la pasará, aunque no está claro que la CUP olvide la exigencia de un RUI, referéndum unilateral, que el 'president' se inclina por no convocar si no es “factible”, es decir pactado con el Estado, lo que parece harto improbable.

Dicen en Junts pel Sí que el embrollo es por culpa de la CUP, pero es que este grupo asambleario -que quiere irse no solo de España, sino también de la UE- es el socio que eligieron para no admitir que el 27-S se quedaron en 62 diputados, nueve menos de los que sacaron por separado CiU y ERC en el 2012. O sea, que habían perdido la ansiada mayoría absoluta.

Pero los manifestantes -la inmensa mayoría no es de ningún partido- no solo no les han censurado, sino que les permiten alargar su vida algunos meses. Si la CUP vota la moción de confianza y las cosas no se tuercen en el presupuesto, Junts pel Sí podrá seguir gobernando, intentará aprobar las llamadas leyes de desconexión y convocará otras elecciones autonómicas adelantadas -que bautizará como constituyentes- dentro de un año.

Ese será el momento de la verdad para el independentismo porque no tiene buen balance y parte de un débil punto de apoyo, pues -a juzgar por la menor movilización del domingo- quizá no mantenga el apoyo del 47,8% del 27-S, que bajó bastante en las legislativas de junio.

Lo que pasa es que hoy no hay otra vía con fuerza para satisfacer el deseo de más autogobierno que pueda corregir la desafección generada por la sentencia del Estatut. El Gobierno del PP insiste solo en aplicar la ley y mete la pata con perseverancia. La última, el ministro Margallo afirmando que el independentismo es peor que el terrorismo.

Y las otras fuerzas, desde Colau, que exige un referéndum legal pero no sabe cuál sería su voto, al PSC, que aboga por la reforma federal de la Constitucion, o a Inés Arrimadas, que ha dicho que solo aplicar la ley no es la solución, son incapaces de acordar una propuesta que sea aceptada en Madrid.

El PP puede seguir gobernando (mal) y el independentismo -montado sobre la protesta- puede aguantar (mal) aquí. Iríamos así a un aparatoso choque de trenes que tendría consecuencias catastróficas.