Derrota (a medias) del independentismo

JOAN TAPIA

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La lista de Juntspel Sí proclama -por definición- que estas elecciones autonómicas (las undécimas de un país en el que dicen que no dejan votar) son plebiscitarias. Si así fuera, la independencia habría fracasado porque las candidaturas soberanistas (Juntspel Sí y la CUP) solo obtendrían el 44,8% de los votos según la encuesta de EL PERIÓDICO del domingo y el 46,1% según la de 'El Mundo' de este lunes.

Pero no son plebiscitarias. ¿Qué sucede entonces? Que de alguna forma el empate -o sea, la honda división de la sociedad catalana- continúa y puede que el 28-S el escenario siga confuso. La lista Junts pel Sí experimenta un fuerte retroceso. No digo un fracaso para no ser acusado de parcialidad, pero ahora tienen juntos 71 escaños y caen a 60 o 62. Recordemos que en el 2012 Mas, que entonces tenía 62 diputados, disolvió el Parlament porque decía que era insuficiente y necesitaba una «mayoría excepcional». Ahora, juntas, CDC, ERC, la ANC y la Biblia en verso tendrían lo mismo que Mas entonces.

Pero sumando a la CUP, que sube, lograrían un mínimo de 67 diputados y un máximo de 70, por lo que pueden alcanzar la mayoría absoluta de 68. Si sacan 67 -lo ha dicho Artur Mas- el proceso está muerto, pero si sacan 70 tampoco será un triunfo porque implicaría un descenso de cuatro diputados. Una victoria pírrica no permite cantar victoria y menos si han perdido en votos y además se enfrentan a un Estado que (lo presida el PP o el PSOE) no quiere la independencia y a una Europa -lo han manifestado MerkelCameron y... Jordi Sànchez- como mínimo muy reticente.

Y hay más cosas. ¿Votaría la CUP la presidencia de Artur Mas? ¿Qué harían los diputados de CDC si se intentara una operación con Raül Romeva como este último ha insinuado alguna vez? ¿Qué programa de gobierno, salvo un pronunciamiento a lo Companys, se podría pactar entre los liberales de CDC (alguno debe quedar) y los paleomarxistas de la CUP?

No, la independencia no tiene viento favorable. El 49,9% (contra el 47,6%) dice sentirse no independentista. Y si pasamos de los sentimientos a la política, el 43,9% prefiere un pacto que dé más autogobierno frente al 38,6% que exige la independencia y un 13,4% que desea que el 'procés' se estrelle. Y si vamos a las previsiones, el 39,3% opina que todo acabará en un acuerdo que dé más autogobierno a Catalunya, el 22,5% piensa que el 'procés' se liquidará y solo el 21,8% (un poco más de la quinta parte de los ciudadanos) cree que verá la independencia.

Los independentistas no triunfan pero tampoco se hunden claramente. E incluso pueden volver a formar gobierno (con la CUP)… para no gobernar. La razón es que el PP está cerrado en banda y el PSOE, que ofrece más autogobierno, no es quien manda en España. En realidad el independentismo solo podrá inflexionar (no exactamente perder) cuando PSOE y PP juntos (en un país normal sería factible) esbocen una propuesta sensata sobre la incardinación de Catalunya en España.

Mientras, el independentismo no triunfará pero obstaculizará la normalidad institucional. Es lo que pasó ayer en Barcelona, ciudad que dijo no a adherirse a la Associació de Municipis per la Independència. Pero solo por la abstención de los 11 concejales de Ada Colau. Más por falta de mayoría consistente que por convicción.

Y es que en Catalunya hay mucha gente -PSC, Unió, ICV, Podemos- que no quiere la separación pero que rechaza también el inmovilismo. Desbloquear este impás exige una potente tercera vía que no puede venir ya solo desde Catalunya sino que precisa la complicidad activa (y la iniciativa) de un nuevo Gobierno de España.