Carta abierta al ministro Fernández Díaz

JOAN GUIRADO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Querido ministro:

Hoy podríamos repasar uno por uno, todos los motivos por los cuales debería presentar ahora mismo su dimisión de forma irrevocable. Pero tal vez sería más fácil y no perderíamos así tanto tiempo, contar los motivos por los cuales usted debería continuar dirigiendo este ministerio.

No me equivocaré mucho si digo que usted ha sido el peor ministro del Interior que jamás haya tenido el Estado español. Cumple con gran parte de los requisitos para ocupar este puesto: ser un hombre gris, sin mucha simpatía y con una gran capacidad de cinismo, pero no vale solo eso. Para ser servidor publico se necesita ser honrado, leal a los ciudadanos y tener un punto de temperamento que usted ha demostrado a diario desconocer.

Durante estos cuatro años al frente del ministerio, desde su Gabinete se han propiciado chivatazos de operaciones antiterroristas poniendo en riesgo así la efectividad de ellas; se han filtrado documentos de la UDEF inexistentes e inventados para desprestigiar a adversarios políticos; se ha tomado la licencia de crear crispación en Catalunya en lugar de trabajar para que esta no existiera; ha mentido en el Congreso de los Diputados respeto a supuestos portadores de 'esteladas' que han insultado a la policía y que ahora la justicia ha absuelto condenando a su ministerio y se ha citado en su despacho con un delincuente investigado desde diferentes departamentos del gobierno del cual usted forma parte.  En un país normal, cosa que España ha dejado de ser hace unos años, usted haría tiempo que se hubiese ido a su casa por propia dignidad, si es que la tiene. Y en un país normal, de no haber tomado usted la iniciativa, su cargo superior, en este caso el presidente del Gobierno, le fuera invitado a marcharse.

Espero que con la entrada del nuevo año, una vez celebradas las elecciones generales, usted deje de formar parte del Ejecutivo español. Me importa relativamente poco, en su caso, si se recoloca en una empresa privatizada, si tiene sitio ya guardado en el Parlamento Europeo o si opta por gozar de su merecida jubilación, como tantos otros jubilados de nuestro país con salarios diferentes al que le quedara a usted, paseando por el Valle de los Caídos, donde usted mismo ha asegurado que encuentra su paz espiritual. Le aseguro que nuestra paz espiritual, la de todos aquellos que saldremos a la calle a celebrar que hemos derogado su ley mordaza, será saber que usted ya no es ministro del Interior.

¡Feliz verano!