No y no

En el 'procés' no ha habido voluntad real de debate ni de profundizar en la raíz del problema, ni estudiar sus contradicciones y soluciones

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EMMA RIVEROLA

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No puedo y no quiero. Así se despachó Mariano Rajoy sobre la posibilidad de un referéndum. Podía haber elegido entre un amplio abanico de respuestas. Desde la tenazmente legalista, la voluntariosa pactista o la comprometida a favor del debate. Pero no, eligió la réplica simplista, incluso pueril, de niño despechado y con las manos cubriéndose los ojos para no ver lo que ocurre a su alrededor.

Y ahí, en el simplismo del no puedo ni quiero, está el reflejo de lo que hasta ahora ha sido el conflicto político entre Catalunya y España. Por ambas partes. Que un trance que ocupa a la mitad de la sociedad catalana y preocupa a la otra mitad, solo haya cosechado desprecio por parte del Gobierno central, es desolador. Que en Catalunya se hayan priorizado los anhelos de unos y olvidado la inquietud de otros, también.

No ha habido voluntad real de debate y, menos aún, de profundizar en la raíz del problema, estudiar sus contradicciones y, también, sus soluciones. ¿Qué es España hoy? ¿Cómo se articula la voluntad de sus pueblos? ¿Qué sentido tiene la fraternidad? El Gobierno central ha desdeñado la voluntad de millones de personas y ha jugado con los afectos en todo el país. Los independentistas han recurrido a una suerte de realismo mágico que obstaculiza el análisis racional del conflicto. No hay capacidad de trabajo ni voluntad ni imaginación ni valentía ni generosidad. Esta es la política que hemos votado.