MIRADOR

Políticos deprimidos

Estos días es más fácil ver un unicornio que un parlamentario socialista sonriente y relajado

Pedro Sánchez, Patxi López y Soraya Rodríguez

Pedro Sánchez, Patxi López y Soraya Rodríguez / periodico

CRISTINA PARDO

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Los diputados socialistas volverán a deambular por el Congreso este sábado para hacer presidente del Gobierno a Mariano Rajoy. Deprimidos, grisáceos, con la mirada perdida, enfadados, resignados o completamente desubicados, elevarán al PP a los altares de la Moncloa, darán a Podemos el título de oposición y pondrán en marcha la delicada tarea de buscar la salida del limbo. Estos días es más fácil ver un unicornio que un parlamentario socialista sonriente y relajado.

El que fuera portavoz del 'no es no', el siempre elocuente Antonio Hernando, ha sido incapaz de articular palabra, más allá del momento ineludible de subir a la tribuna para defender ahora la abstención. Él se tiene que arrugar en su escaño mientras Pedro Sánchez, expulsado a empujones de la secretaría general del PSOE por sus propios compañeros, hace lo que no hacía cuando mandaba. Antes escapaba de las cámaras entrando al hemiciclo por pasadizos interiores. Ahora se contonea por el patio del Congreso recordando que sigue ahí, desprendiendo olor a 'Eau de socialismo'.

Los nuevos socialistas reciben elogios de Rajoy. Da igual cuánto se desgañite Antonio Hernando intentando subrayar que son "antagónicos". El PP, acto seguido, va en busca de los periodistas para decirles que el discurso del portavoz socialista ha sido "equilibrado" y "no ha dolido", a sabiendas de que eso supone que el herido entre en coma. El remate vendrá -también en la votación definitiva- de la mano del rapero Pablo Iglesias, cuando grite que los socialistas están más cerca del PP que de Podemos. Pim, pam, pum.

Una vez pasado el amargo trago de la abstención, con un grupo parlamentario completamente dividido, los socialistas tendrán por delante un reto enorme: rehacerse, recuperar la credibilidad y encontrar su sitio. En definitiva, cómo hacerse oír entre la escandalera de Podemos para ser referencia en la oposición. El jueves ya se alinearon con el PP en el rechazo a Iglesias, por decir que hay más “delincuentes potenciales” dentro del hemiciclo que fuera.

El líder de la formación morada intentó después concretar a qué se refería cometiendo otro error, jaleado igualmente por su parroquia. Dijo que hablaba de Gómez de la SernaPujalte o José Manuel Soria, pero resulta que ya no están dentro del hemiciclo. Esta oposición de trazo grueso que hace Iglesias es, para desgracia del PSOE, el gran chollo del PP. A Rajoy no solo le divierte, sino que le va a servir para polarizar el voto. Consigue, sin mover un dedo, que casi todo sean alegrías.

En el PP solo hay ahora un motivo para la depresión: Rajoy tiene que nombrar ministros y ahí no caben todos. Es tiempo de zancadillear y coger sitio para el futuro. En todo caso, el debate de investidura del sábado retratará perfectamente la paradoja actual del bipartidismo: los de la derecha, pisoteándose unos a otros por salir en la foto de la victoria y los responsables de que eso sea posible, saliendo a hurtadillas del hemiciclo. Y así será el fin de la cita.