El arte de lo posible

La arimética no da para un Gobierno solo de izquierdas. Sánchez salva con Ciudadanos un escollo y deja en manos de Podemos forzar elecciones

ENRIC HERNÀNDEZ

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Con el veredicto emitido por los electores el 20-D, no estaba en manos de Pedro Sánchez conformar un Gobierno exclusivamente de izquierdas. La aritmética da para lo que da, y los 161 diputados que suman PSOE, Podemos y sus confluencias e IU no bastan para articular una mayoría en el Congreso. La alianza con Podemos podría haber sido el embrión de un acuerdo más amplio, pero Pablo Iglesias,Pablo Iglesias como hizo Mariano Rajoy con la investidura, prefirió ceder su turno al condicionar la negociación a la exclusión de Ciudadanos. En este juego del pañuelo de incierto desenlace, Albert Rivera se lleva el primer punto. 

El apoyo de Ciudadanos dista de garantizar la investidura de Sánchez, pero esos 130 diputados constituyen una base sólida para intentar construir una mayoría más amplia. Solo el propósito de sumar a otros grupos explica la escasa ambición de la esbozada 'reforma exprés' de la Constitución, que por los contenidos enunciados no merecería la magnitud del empeño. Máxime cuando tal retoque constitucional está condenado a topar con el frontón del PP en el Senado.  

La entente con Rivera, al solemnizar el rechazo al referéndum en Catalunya, expulsa 'de facto' a ERC y Democràcia i Llibertat de cualquier combinación que, por activa o por pasiva, facilitara la presidencia de Sánchez. Descontado el 'no' de los independentistas y del PP, poco aportaría, salvo la estética de la transversalidad que tanto ansía el PSOE, el eventual apoyo del PNV, Compromís, IU o Coalición Canaria. De tal modo que Sánchez ha entregado a Iglesias el botón nuclear: o aborta su investidura, alentando una gran coalición o forzando la repetición de las elecciones, o se abstiene en el último instante para no volver a las urnas con tan pesado lastre.

Paz interna en el PSOE

Señale donde señale el pulgar de Iglesias, el líder socialista acudirá a la investidura en mejores condiciones que cuando recibió el encargo del Rey, se asegura la paz en el PSOE y, si las bases refrendan su oferta pero esta no cristaliza, no tendrá rival en la primarias de mayo con vistas a unas nuevas generales. Al fin y al cabo, la política no es alquimia, sino el arte de lo posible.