tú y yo somos tres

El arte de cortar cabezas

ferran Monegal

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Puesta encima de un sofá, en 'Polònia' (TV-3), ha aparecido la cabeza de Franco. O sea, que mi admirado Manel Lucas, el gran parodista del Caudillo, puede seguir deleitándonos con su retranca. Lo extraño de este 'sketch' es que la cabeza del dictador la tuviera el pintoresco y 'fashionnable' Marc Giró (David Marcé) guardada en su casa. Es curioso. Ya sabemos que la estatua ecuestre que colocaron en el Born estaba en un almacén de Via Favencia, sin cabeza, desde hacía años. Y que al parecer fue desenroscada. O sea, que el desenroscador -que no decapitador- es muy posible que fuera un fan que deseaba guardársela. No encaja Marc Giró en este tétrico fetichismo. Le deseo larga vida a la cabeza de Manel Lucas para que pueda continuar, desde la tele, iluminándonos con su sarcasmo; pero es inquietante el paradero de la verdadera cabeza de la estatua. En una galería de la 'Piazza della Signoria' de Florencia nos enseñan que Perseo, tras decapitar a Medusa, lo primero que hizo fue enseñarla. O sea, no solo cortarla, sino sobre todo mostrarla. En el caso de Franco resulta que alguien la tiene secretamente a buen recaudo. Quizá hasta la idolatra. Es preocupante. Hoy el arte de cortar cabezas ha evolucionado. Dicen que a Pedro Sánchez le preparan una última maldad. Dicen que habrá orden de abstención a todos los diputados del PSOE -no a 11 nada más- y a ver qué hace. Si obedece, además de decapitado, habrá sido humillado. Si no obedece, además de decapitado, será expulsado.

MARY BEARD .- Nuestro querido compañero Ernest Alós habrá disfrutado viendo a Mary Beard recogiendo su flamante Premio Princesa de Asturias (TVE-1). Entrevistó a esta singular historiadora británica aquí, en EL PERIÓDICO, el pasado mes de mayo. Movistar+ está emitiendo ahora los programas que hizo Beard para la BBC titulados 'Cómo vivían los romanos'. Su mirada es muy interesante: incide críticamente sobre la versión que nos han dado los historiadores clásicos, Tito Livio, en particular. En su parlamente, el viernes, en el Teatro Campoamor, citó unos versos del poeta John Donne que dicen: «Ningún hombre es una isla. Cada hombre es un fragmento del continente». Fue un aviso a los del Brexit. No sé cómo se lo habrán tomado los devotos de otro ilustre británico, John Bolingbroke, cuando decía: «Recordad siempre que no formamos parte del Continente. Somos vecinos . Nada más».