La arruga (política) es bella
En el Reino Unido se ha repetido el ejemplo del dulce encanto (electoral) que la madurez (avanzada) tiene en los últimos tiempos para los jóvenes votantes
Esta semana hemos vuelto a tener un ejemplo del dulce encanto (electoral) que la madurez (avanzada) tiene en los últimos tiempos para los jóvenes votantes. Sobre todo, si el liderazgo político de referencia respira un aire contestatario y 'outsider'. Pasó con Bernie Sanders (75 años) en la carrera por la nominación demócrata para la campaña presidencial norteamericana. Pasó con Manuela Carmena (73), cuando hace dos años fue elegida alcaldesa de Madrid. Y ahora se ha repetido en el Reino Unido con un laborista Jeremy Corbyn (68) a quien han impulsado mucho los jóvenes.
Inspiran a una generación 'millennial', de la cual forman parte individuos altamente dependientes de una tecnología en la que confían para su éxito presente y futuro. Son así y lo demuestran con su dominio de las redes sociales, pero a la vez creen en el poder de la acción directa para combatir aspectos como el cambio climático o la injusticia social. Y con sus habilidades en el primer frente (internet) ayudan a catapultar a aquellos líderes políticos que se presentan como una mayor amenaza para el sistema o lo establecido a nivel local, nacional o internacional. De ahí que aspirantes como Corbyn sean atractivos para este público, que les reconoce la dedicación de una vida a la defensa de unos valores y unas banderas que a menudo les han discutido hasta los suyos. El líder laborista votó más de 500 veces en Westminster contra las directrices de su partido, cuando mandaban los Tony Blair, Gordon Brown y demás adalides de la tercera vía.
Su larga trayectoria le ha llevado a defender banderas contracorriente, como el 'no' a la guerra de Irak y a las armas nucleares, o el 'sí' a la nacionalización de los ferrocarriles. Cosas concretas. Y eso, por tanto, con credibilidad, ha sido atractivo para unos jóvenes desengañados con el márketing que también a menudo ofrece una idea demasiado estereotipada de lo que es un liderazgo emergente.
Experiencia. Fuertes convicciones (no pendulares). Claridad. Espíritu rebelde. Es lo de Sanders contra Hillary Clinton. Lo de Carmena contradiciendo al mismísimo Pablo Iglesias. Y lo de Corbyn frente a los que lo han pretendido sepultar desde que asumió el mando en el Labour.
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