Arquitectura entre árboles, entrevista a Batllo Concept

Naiara Rodríguez, 28 años, arquitectura técnica (Universidad Politécnica de Burgos y Universidad Politécnica del País Vasco), máster en Diseño de Interiores (ELISAVA), Diseño 3D + V-Ray (UPC de Barcelona)

Naiara Rodríguez, arquitectura técnica por la Universidad Politécnica de Burgos y Universidad Politécnica del País Vasco

Naiara Rodríguez, arquitectura técnica por la Universidad Politécnica de Burgos y Universidad Politécnica del País Vasco / periodico

ANNA PACHECO / ANDREA GÓMEZ

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Naiara dice que ve una silla y es capaz de pasarse todo el día pensando en esa silla. Quizás es una silla normal y corriente, o no. Quizás le ve potencial, igual es la silla perfecta para esos clientes que hace poco le pidieron opinión. Será que le chiflan las sillas –eso también– como la silla Barcelona de Miss Van der Rohe, las sillas Tolix o las míticas sillas Eames de Charles Eames. “Puedo llegar a ser obsesiva”, dice entre risas, medio disculpándose por aquellos que la viven más de cerca. Con un pie en Barcelona y otro en Donosti, esta vasca enamorada de la arquitectura modernista (y de las ciudades que miran al mar), habla casi sin detenerse para coger respiración. Acaba de aterrizar en Barcelona, ha venido a pasar el fin de semana: viaje de trabajo muy rápido, saludar a unos cuantos amigos y, ya que estamos, pasarse por un festival. Y luego, vuelta a su casa-estudio, en Donosti. Ahí vive, come, duerme y también desarrolla su actividad como arquitecta técnica, restauradora y decoradora. ¿La casa? Tal y como se imagina uno la casa de una arquitecta: un poco de ensueño.

Cuando Naiara se licenció en arquitectura técnica, a los 25 años, aún no había explotado la burbuja inmobiliaria, aunque estábamos muy cerca. “La gente salía de las Universidades y se colocaba, ¡tenía trabajos y sueldos!”, comenta. También se construían aeropuertos, hoteles a primera línea de mar y otros edificios absurdos, pero esa es otra historia. La crisis tardaría muy poco en llegar. Ella encontró trabajo en un mes –¡bendita!–, pero a los dos años y medio la empresa empezó a fallar y finalmente acabó cerrando. Por suerte, Naiara no había parado de hacer cosas. Mientras trabajaba, le surgió un proyecto que, en realidad, le enseñó lo mucho que le gustaba también el diseño y el interiorismo y lo que era capaz de hacer. “Toma este terreno vacío y haz lo quieras: convénceme”, ese fue el mensaje de su primer cliente. Y ella lo asumió al pie de la letra con el diseño y el decorado de Una casa entre árboles. Una edificación maravillosa, encajada dentro del paisaje, y que parece salida de un cuento de hadas. Nada de ladrillo, ella es más de ciurocemento (“estoy harta del ladrillo, ladrillo, ladrillo, me gusta probar materiales nuevos y que causen menos impacto en el medio ambiente”). Y la hizo con tanto mimo que al final quería que fuese su casa, así que se construyó una réplica bastante parecida para ella. La casa entre árboles (también su casa) causó un “boom” en Donosti, le hicieron un reportaje en 'El País Semanal' y en la revista 'I don’t know how to'.

Ya en el paro, y en Donosti, decide marchar a Barcelona. “Podría haber aceptado contratos basura, seguir trabajando, pero quise aprovechar que aún podía tirar de paro e ir a Barcelona a seguir aprendiendo”. Fascinada entre edificios modernistas (así nos la imaginamos, con torticulis en el cuello de tanto mirar para arriba), se apunta a un Máster de Diseño en Elisava y a un curso de Diseño 3D V-Ray en la UPC de Barcelona, algo que no había tocado tanto en su carrera. Con conocimientos en arquitectura técnica, delineación 2D y 3D y otras tantas mil palabrejas muy técnicas que somos incapaces de recordar, llega la pregunta del millón “y ahora que he acabado todo y he estudiado todo lo estudiable ¿qué hago con mi vida, con mi mundo?”, verbalización literal de las inseguridad diaria de cualquier joven. Naiara habla con su amiga y fotógrafa Nerea del Teso, quien le anima y le dice “venga, te ayudo a montar la web”. Y así nace Batllo Concept, el origen del nombre está claro –guiño al señor Gaudí, referente indiscutible para ella– en el que ofrece sus servicios para proyectos y clientes de muchos tipos como esta villa en San Sebastián, la reforma del comedor del Hotel Ulia o la redecoración de un estudio. Basta echar un vistazo a su portfolio para darse cuenta de una adoración visible por las cosas vintage, la madera y los años 50, 60 y 70. Está claro que sus viajes a Londres ayudan, perderse en mercadillos y boutiques antiguas es uno de sus pasatiempos. Eso y leer cientos de blogs y revistas sobre interiorismo y decoración. Pero ninguno en particular “ya que te contaminas”. “Yo miro un poco de todo, pero luego me monto mi estilo”.

Pero Batllo Concept no son solo Naiara, ni Nerea (fotógrafa y diseño gráfico) son también Amaia Gereka (desarrollo de proyectos técnicos y delineación), Nagore García (programación de la página web), Klamer Hernández y Rach Rodríguez (realización y edición de vídeo) y Marga García (escenografía). Clan exclusivamente femenino que hace posible que Batllo funcione y tire adelante. En Batllo Concept nadie trabaja gratis porque Naiara ve muy claro aquello de que “hay que pagar por trabajar”. Y eso que no es fácil, tampoco para ella. “Muchos ex compañeros de mi facultad creen que me va muy bien, pero es una barbaridad todo lo que tengo que pagar: además de la cuota de colegiado de unos 130 euros cada tres meses, también pago un seguro de aparejador (1000 euros anuales aproximadamente), sumado esto a la cuota mensual de autónomo y los gastos de un gestor… porque yo no me entero de nada”, acaba la frase resoplando. “Si haces una obra de 1000 euros, puede que no estés ganando nada”. Y esa realidad de Naiara es la realidad de muchos jóvenes que no figuran en las listas del paro pero hacen malabarismos para llegar a fin de mes.

Naiara continúa hablando. De su padre, “la ayuda del aita”, ya jubilado es quien piensa, repiensa, y da ideas para nuevos muebles, además de ser un “manitas” capaz de arreglarlo todo. Mamá es quien entiende de decoración, de telas y tapizados. Casi son parte del equipo. Y Naiara nunca duda en pedir una mano cuando hay que restaurar un baúl de Londres de 1920 o hay que hacer una lámpara a base de madera. Los estudios de restauración no figuran en su CV, pero de todo se aprende mirando vídeos en Youtube, preguntando a amigos y echándole muchas horas. Y también es un poco genético: la fiebre por la restauración le viene de família. Igual un día te la encuentras en su casa-estudio haciendo un post para su blog sobre casas de estilo nórdico, otro día restaurando unos muebles que encontró en un mercadillo de París y otro atendiendo un cliente que le ha encargado dos burros de ropa. Por cierto, que si andáis buscando un burro, debéis leer este post en su blog o bien ir a algunos de los dos puntos físicos donde hay piezas Batlló: en la tienda Valentina (en Donosti) y en Cabinet BCN. Además, a finales de este mes abrirán una Concept Store (también en Donosti), un concepto de “tienda” en el que se proyectará mobiliario e interiorismo de Batllo Concept, además de diseño de moda con la firma vasca Kionita. Y ahí está ella, hoy, en mitad de la Galería Cosmos, envuelta de diseño, y muebles bonitos, hablando de lo mucho que le gusta Gaudí y lo que odia Calatrava, lo que adora el mar y sus dos ciudades de acogida y lo insoportable que sería hacer esto sin ayuda de sus padres y sus amigos. Y a nosotras, solo nos queda duda: ¿sería mucho pedir una oficina entre árboles?

Post publicado en el blog de Jóvenes Sobresalientes