Editoriales

Argentina, ante la suspensión de pagos

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Argentina encara unas horas difíciles en que puede técnicamente ser declarada en suspensión de pagos, como ya ocurrió en el 2002. Las cosas esta vez no son como en la crisis anterior. Ahora se trata de un contencioso del Gobierno argentino, presidido por Cristina Fernández de Kirchner, que se niega a pagar los 1.500 millones de dólares que le reclaman los fondos buitres (especulativos) de EEUU que no aceptaron una quita pactada con el resto de los acreedores. Un juez de Nueva York ha dado la razón a los fondos y mantiene bloqueado el dinero -539 millones- del que sí dispone Argentina para pagar a quienes aceptaron el pacto.

Se trata de un pulso en toda regla en el que incluso interviene ahora la asociación de la banca privada argentina, que se ha ofrecido para comprar el 100% de la deuda en manos de los fondos buitre. Estamos ante una guerra de nervios, porque el plazo para pagar ya ha concluido y aunque el Gobierno argentino alega que tiene el dinero dispuesto, pero bloqueado, las agencias de calificación ya han lanzado el veredicto de que Argentina se halla en suspensión selectiva de pagos. Consecuencia: la bolsa argentina cae con fuerza y tras ella el Ibex-35 , arrastrado por las grandes empresas españolas con intereses en el país sudamericano. La situación amenaza con complicarse y puede tener consecuencias en un momento en el que la recuperación mundial aún es débil.

En cuanto a las repercusiones en política interior, el Gobierno argentino, como era de esperar, ha respondido con indignación al bloqueo de los fondos. Sin embargo, la presidenta puede caer en la tentación de utilizarlo para mejorar su posición. El mandato de Kirchner concluye a finales del 2015 y su popularidad no remonta porque la economía sigue en recesión. Argentina intenta salir del pozo desde que tocó fondo en el 2001 (corralito) y aún sigue excluida del mercado de capitales. En estas circunstancias, apelar a un enemigo exterior como EEUU puede ser una vía de escape para el peronismo. Y Kirchner se crece con éxito -como ya demostró en el pasado- ante lo que considera ataques a su obra o a la de su difunto marido. Según como concluya el conflicto, la líder peronista puede salir de este envite como la presidenta que habrá salvado al país de una segunda suspensión de pagos en 12 años. O ser una víctima más de los carroñeros.