Dos miradas

Ardiendo en la hoguera

«No vinimos para gustar». El 27 de enero una veintena de mujeres de la CUP denunciaron en la plaza del Rei los ataques machistas recibidos en el proceso de investidura del 'president'.

Acto de la CUP en contra de la ola de insultos y descalificaciones machistas contra sus diputadas.

Acto de la CUP en contra de la ola de insultos y descalificaciones machistas contra sus diputadas. / periodico

EMMA RIVEROLA

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A finales de enero de 1549, cinco mujeres fueron quemadas vivas acusadas de brujería en Barcelona. Una sexta fue condenada 'en estatua'. Al ser declarada ausente, se prendió fuego a un muñeco de tamaño humano en su representación. Desde 1487, la Inquisición de Barcelona oficiaba en el Palau Reial. Contaba con 13 celdas y sala de torturas. Al pie del edificio, en la plaza del Rei, se ejecutaba con el garrote vil. Las hogueras, tanto de los vivos como de los muertos, ardían fuera de las murallas, en el Poblenou. Las causas que perseguía el tribunal de la Iglesia eran de lo más variadas: islamismo, bestialidad, sodomía, incontinencia sexual… No todos eran condenados a muerte. Algunos sufrían penas de prisión o eran azotados, desterrados, enviados a galeras o, simplemente, reprendidos o absueltos.

467 años más tarde, en las mismas escaleras que bajaron las condenadas por brujería y sus verdugos, la CUP celebró su particular aquelarre. «Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar», dijo Anna Gabriel para explicar el acto de reivindicación. Puta, traidora, vieja, fea, malfollada… son algunos de los insultos que las mujeres de la CUP han ido cosechando a lo largo de este curso. Las palabras no son inocuas. Son la tea que enciende la hoguera.

Casi cinco siglos después, los nietos de los inquisidores siguen entre nosotros.