Aran en la Catalunya soberana

ÀLEX MOGA

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Este miércoles, el Parlament de Catalunya aprobará la proposición de ley del régimen especial de Aran. Han tenido que pasar muchos años para que Aran fuera reconocida como una realidad nacional diferenciada dentro Catalunya. Aran tiene una identidad propia que injerta con el hecho nacional occitano mediante la variedad aranesa del occitano. Como también ha pasado en Catalunya, la fidelidad del pueblo aranés en su lengua, ha preservado la continuidad pero también la ha convertido en la manifestación, junto con el paisaje, de la identidad nacional de Aran.

Aran, pues, es una realidad nacional vivida, defendida y querida, que desde hace siglos está ligada a Catalunya. Ha estado unida en los momentos buenos y también en las épocas malas, cuando las dos realidades nacionales han sido pisadas por el Estado español. En la exposición de motivos de la proposición de ley que se aprobará, los legisladores han querido resaltar este vínculo de Aran con Catalunya desde la segunda mitad del siglo XII. Así mismo, el reconocimiento de Aran como realidad nacional desde la recuperación de la democracia en 1978 no fue realmente tenida en cuenta hasta la aprobación del Estatuto de autonomía de Catalunya de 2006, ya que el anterior , el de 1979, sólo dispuso que estudiaría el régimen que debía tener Aran en el marco del desarrollo legislativo de la Constitución y el Estatut.

Y esto se concretó en la Ley 16/1990 de 13 de julio, que activó el reconocimiento del sistema institucional aranés, encarnado en los históricos terçons y en el Consejo General del Valle, y dispuso las competencias. La misma ley declaró, además, la oficialidad territorializada de la lengua propia y estimuló la normalización. De hecho, se seguía el esquema de la Constitución española, que territorializaba las lenguas propias de los territorios de habla catalana, de Euskal Herria y de Galicia sin oficializarla en todo el Estado.

Con el Estatut de 2006, que comenzó a poner las bases de la soberanía de Catalunya, el reconocimiento de la realidad nacional de Aran también aumentó. El nuevo Estatut disponía que Aran debía disfrutar de una particular protección por medio de un régimen jurídico especial. Pero es que, además de eso, declaraba oficial en Cataluña la lengua aranesa. El mandato estatutario era claro. A medida que Catalunya avanzaba en su voluntad de autogobierno, había que sobiranizar también Arán, que es una de las aspiraciones más reivindicadas por el nuevo aranesismo, estrechamente ligado al catalanismo.

La aprobación de la Ley 35/2010, de 1 de octubre, que convertía el occitano, en su variante aranesa, en lengua oficial en toda Catalunya, puso la primera piedra del reconocimiento global de Aran como realidad nacional propia. Con la aprobación de la proposición de Ley que se votará este miércoles, el Parlament completará el mandato estatutario en relación con el despliegue de la realidad aranesa. Como siempre he dicho, el reconocimiento de Aran se debe al catalanismo, porque sólo en la Catalunya autónoma los araneses han visto reconocidos sus derechos.

La pervivencia de la singularidad de Aran, pues, va ligada al porvenir de Catalunya. Cuando más soberana es Catalunya, más autogobierno y reconocimiento tendrá Aran. Este es el reto que tendremos que afrontar desde el día siguiente de la aprobación de la nueva ley. La Catalunya independiente y soberana que desean una buena parte de los catalanes deberá tener en cuenta la singularidad nacional del territorio de Aran. Cuando se habla de la diversidad a menudo no se tiene en cuenta que mucho antes de que se implantaran en Catalunya otras lenguas, el aranés ya formaba parte del imaginario catalán.

Celebramos ahora este nuevo hito en el autogobierno aranés. No será el último si Catalunya va más allá. Entonces ya lo discutiremos. De momento, sin embargo, tal vez estaría bien que el color burdeos de la bandera de Aran se pudiera ver en las instituciones catalanas de mayor relevancia, en el Parlament y en el Palau de la Generalitat.