Pequeño observatorio

Un apunte sobre los cabellos

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Tengo la impresión de que cada vez veo a más chicas con el pelo largo. Nada que ver con aquellos hippies que hace años se crearon una imagen un punto silvestre. Hablo de unos cabellos largos perfectamente cortados, o al menos muy bien tratados.

Hay una larga tradición -véanse imágenes antiguas, del arte clásico, y también fotografías y pinturas más modernas- contra la que luchó, durante el siglo pasado, el peinado muy corto, a lo garçon. Si no me equivoco, se ha recuperado el uso de los cabellos largos -de la cabellera- como un valor estético y un elemento de seducción.

Quizá para hacer contrapeso, hay hombres que han optado por cortarse el pelo a ras del cráneo o dejándose solo dos o tres centímetros de pelo. Este contraste no es de extrañar. Si hay tantas libertades importantes que son difíciles, la libertad capilar está al alcance de todo el mundo.

No crean que esto de los cabellos es una frivolidad. Lingüísticamente, al menos, hay una clasificación muy seria. En la Enciclopèdia he encontrado esto: en la forma y el color del pelo se distinguen varios tipos . El estirado o «liótrico», característico de los mongoles; el «cimatótrico», característico de los europeos, y el «ulótrico», propio de los negros. Intenten decirle a una chica que tiene un «ulótrico» muy bonito y ya me explicarán qué pasa.

Hay peinados acertados y peinados desacertados en función de la estructura del cráneo, y si el pelo se tiñe pasa lo mismo. Hay colores discretos y colores detonantes. Incluso hay, en el ramo de la confitería, el cabello de ángel, que liga perfectamente con muchas pinturas religiosas donde los ángeles tienen un pelo muy fino.

Me parece que no está de moda la raya simétrica, la raya que parte la cabellera un poco larga, que se mueve a menudo de lado a lado y es la seductora cómplice de los ojos femeninos.