¿Se mantendrá el apoyo familiar?

EDUARDO MARTÍNEZ ABASCAL

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Durante la pasada crisis se ha comentado que en España los fuertes lazos familiares hacen de salvavidas ante la situación de paro, incapacidad o dependencia. No hay datos para comprobarlo, aunque el sentir general es que sí es así. ¿Cómo está evolucionando la cohesión familiar en España? Un modo de verlo es a partir del número de matrimonios.

En el 2000, la tasa de matrimonios por cada mil habitantes en España era de 5,4, muy similar a la de los países de nuestro entorno (Alemania 5,1; Francia 5,0; Italia 5,0; y Reino Unido 5,2). En España se registraban 216.000 matrimonios.

Es creencia habitual que el número de matrimonios crece en tiempos de boom económico, pues las parejas ven con más optimismo el futuro económico y esto facilita el compromiso matrimonial. Sin embargo, en Europa esto no fue así durante los años de boom (2002-2007). El número de matrimonios no paró de bajar, lenta pero continuadamente. En el 2007, la tasa de matrimonios se situaba en España (y en los países vecinos) en torno al 4,4 por mil, unos 200.000 matrimonios al año.

Desde el 2007 y coincidiendo con la crisis, el número de matrimonios ha seguido bajando, pero solo en los países latinos (España, Francia e Italia). La tasa en el 2011, último dato disponible en Eurostat, es del 3,4 por mil en España, similar a la de Francia (3,6) e Italia (3,4). En Alemania y Reino Unido se ha mantenido en el 4,5-4,6 por mil. En resumen, España es el país en que menos gente se casa y se producen 156.000 matrimonios donde antes de producían 216.000. Es una caída del 27%, igual que la de Italia y mucho mayor que la de Alemania y Reino Unido (en torno al -10%).

Obviamente, cada uno se puede montar su vida como le dé la gana. Pero a nivel de toda la sociedad, cada modelo de convivencia tiene sus consecuencias. El matrimonio indica un nivel de compromiso mayor y esto tiene consecuencias; al igual que una empresa con empleados comprometidos funciona mejor que otra donde lo único que impera es dinero a cambio de horas de trabajo.

¿Podrán contar nuestros hijos con el mismo nivel de apoyo familiar que ha tenido la generación de sus padres? ¿O tendrán más bien que buscarse la vida (seguros de desempleo, vejez, etcétera) pues no podrán contar con la ayuda del entorno familiar? Da la sensación de que ocurrirá lo segundo, como ya pasa en países anglosajones. Todo esto tiene unas repercusiones importantes sobre el gasto público y las políticas sociales del futuro. Personalmente, pienso que sería bueno no perder la cohesión familiar característica de los latinos y que ha evitado mucho penar en muchas personas.

El dilema es, ¿me gasto más dinero en pensiones y gasto social para el futuro? ¿O me gasto parte en facilitar políticas familiares que estimulen la familia y la cohesión social? En el medio plazo, creo que esto es más sensato y además más barato. Y por el norte ya lo están haciendo. Aquí aún no.