Dos miradas

Anulación

JOSEP MARIA FONALLERAS

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La anulación del juicio al president es un acto de justicia y un deber moral y político al que no se puede renunciar, porque Companys fue fusilado precisamente porque era el presidente de Catalunya. El pueblo ha perdonado, pero por un sentido colectivo de dignidad no se puede confundir el perdón con el olvido. No hay ninguna razón para desistir hasta que se consiga la anulación, porque el pueblo de Catalunya aún espera un último gesto del Estado para reparar definitivamente el honor de Companys.

El Estado totalitario e inclemente que nació después de la guerra se transmutó en una estructura democrática sin dejar de disponer de buena parte de los activos ideológicos que lo habían conformado a lo largo de 40 años. Nació como una concesión para la convivencia pero no fue capaz de romper con la rémora histórica del fascismo. Es decir, la negativa a anular explícitamente no solo la sentencia sino la misma causa judicial (a pesar de las tímidas acciones del Tribunal Supremo y de la Administración socialista: subterfugios para maquillar la triste evidencia) nos habla no solamente de redundancia en la ignominia sino de absoluta ceguera moral y de falta de rigor democráticoCompanys todavía no ha sido reconocido, ni su figura restituida, porque el sistema que lo fusiló aún respira. Por cierto, deben saber que todas las palabras del primer párrafo las dijo el president José Montilla hace exactamente siete años.