Editorial

40 años después de Franco

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El próximo viernes se cumplirán 40 años de la muerte de Francisco Franco, el dictador que expiró en la cama y dejó en España una huella difícil de borrar. No en vano su siniestro régimen duró casi otros 40 años. Ha pasado mucho tiempo desde aquel 20-N de 1975 y, de hecho, una buena parte de la sociedad o era menor de edad o ni siquiera había nacido cuando España empezó a dar sus primeros e inciertos pasos hacia la democracia.

Para muchos es un borroso recuerdo o, simplemente, ya es historia, pero bueno es aprovechar momentos como este para decir alto y claro algunas cosas. Franco fue un general que se levantó contra el orden legal de la República. Fue un golpista, el responsable máximo de una guerra civil que se cobró centenares de miles de víctimas. Ningún error ni horror cometido en el campo republicano justificará jamás el franquismo. El régimen que Franco organizó tras la guerra civil condenó a decenas de miles de personas al exilio, ejecutó sin cuento tras la rendición -como al presidente de la Generalitat Lluis Companys- reprimió con tortura y cárcel, y no dejó de matar hasta su muerte. La prosperidad que España logró en las décadas de oscuridad se habría podido alcanzar -y mucho más equitativamente- bajo un régimen democrático, y los españoles seríamos ahora un pueblo más acostumbrado a la libertad.

Con motivo de la efeméride se hace necesario echar una mirada atrás, a las décadas de la dictadura y también a las de la democracia. Sin duda vivimos tiempos difíciles, algunos por causa externa, como la crisis que comenzó en el año 2007, y otros, por razones estrictamente interiores. La Transición fue un éxito que, sin embargo, dejó muchas asignaturas pendientes. Nuestra democracia ha perdido calidad; no hemos ajustado cuentas con el pasado -reconciliarse no es olvidar: hay muertos en las cunetas que todavía no han encontrado reparación y quedan demasiados vestigios y actitudes franquistas-; nuestro modelo productivo y social no está a la altura de los países más avanzados, y seguimos con la asignatura territorial sin resolver. El marco europeo al que pertenecemos también está en crisis, aunque es una poderosa red que asegura que no haya marcha atrás. A los 40 años de la muerte del dictador Francisco Franco, sabemos que nuestra garantía de futuro es la convivencia en democracia. Que nadie cometa el error de olvidarlo.