Reforma pendiente

38 años de Constitución

El miedo a refundar el sistema nos puede conducir a un deterioro cada vez mayor del mismo

Hemiciclo del Congreso de los Diputados

Hemiciclo del Congreso de los Diputados / periodico

JOAN SUBIRATS

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La Constitución de 1978 se acerca a su cuarenta aniversario. Son muchos años si los comparamos con la agitada historia constitucional española. Son pocos si lo hacemos con la longeva Constitución americana. Pero lo que queda claro es que ya no sirve como lo hacía para encauzar la acción política de manera adecuada ni para congregar en torno a su relato a la gran mayoría de los ciudadanos. Son muchos los que se quejan de la configuración y de las funciones del Senado o de las limitaciones que el texto genera en relación a una posible reforma electoral. La composición del Tribunal Constitucional y su posibilidad de alterar por la vía de una sentencia lo que deciden los ciudadanos en referéndum es otro problema pendiente.

A estos problemas en relación al funcionamiento del sistema político deberíamos añadir algunos de carácter más estructural. Hemos comprobado que la preocupación de los constituyentes por consolidar y apuntalar el sistema de partidos y la democracia representativa ha dejado muy pocos espacios reales para el ejercicio de la democracia directa, y ello es hoy un problema pendiente. Tampoco hace falta insistir mucho en que la fórmula nación/nacionalidades/regiones, si bien sirvió para salir indemnes de las tensiones del posfranquismo, es ahora un artificio inservible. Y así podríamos seguir. Tenemos una Constitución monárquica, pensada para los partidos de entonces y que quería evitar una lógica plurinacional y federal.

Las exigencias políticas y financieras procedentes de la Unión Europea consiguieron que se modificara el artículo 135 en un abrir y cerrar de ojos. La composición actual del Congreso de los Diputados no permite tales alegrías. En cualquier momento el 10% de los diputados puede pedir que se ratifique cualquier reforma vía referéndum, y evidentemente entonces el escenario de conflicto es otro. Cada vez hay menos que celebrar en el día de la Constitución. El miedo a refundar el sistema nos puede conducir a un deterioro cada vez mayor del mismo.